Si un trastorno mental se une a otro causado por el uso de sustancias, se produce una peor evolución clínica, mayor cronicidad, mayor dificultad de tratar los síntomas y mayor frecuencia de ciclos rápidos y hospitalizaciones. Así lo expresó el doctor José Martínez Raga, responsable clínico de la Unidad de Conductas Adictivas de la Agencia Valenciana de Salud y Profesor Asociado de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, en la conferencia Enfermedad Bipolar asociada al uso de sustancias adictivas, realizada ayer en la capital de la comunidad.

Para Martínez “el consumo de estimulantes, puede llegar a provocar un trastorno bipolar, puesto que a esa fase de euforia le pueden seguir episodios maníacos y depresivos. También se dan casos en los que personas diagnosticadas de trastorno bipolar tienen una mayor probabilidad de adquirir una adicción a sustancias como el alcohol u otras peores”. La sesión estuvo organizada por la Asociación Valenciana de Trastorno Bipolar, con el auspicio de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunidad Valenciana.

Según datos proporcionados por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, la tasa de prevalencia de consumo de cocaína entre adultos jóvenes (de 15 a 34 años) en Europa, sitúa a España prácticamente al mismo nivel que Rusia y Estados Unidos (4,6%), muy por encima de la media de la Unión Europea (1,8%). Datos similares se observan con respecto al consumo de anfetaminas, éxtasis o cannabis. Este hecho podría apoyar la especial relevancia del problema en España e indirectamente permitiría extrapolar su repercusión sobre la patología dual.

El término patología dual indica la coexistencia de dos trastornos que pueden ser o no independientes, aunque necesariamente interactivos. Habitualmente se utiliza para referirse a la presentación concomitante de un Trastorno por Uso de sustancias (TUS) y otro trastorno mental.

Los pacientes que sufren esta patología presentan una peor evolución clínica, tienden a una mayor cronicidad de los dos trastornos comórbidos, tienen síntomas más difíciles de tratar, como los de tipo afectivo mixto y, finalmente, presentan con mayor frecuencia ciclos rápidos y hospitalizaciones. Por otro lado, estos pacientes presentan un riesgo aumentado de suicidio a lo largo de su vida en comparación con los pacientes con trastorno bipolar sin abuso o dependencia a sustancias (39,5% frente a 23,8%, respectivamente). Todos estos factores resaltan la importancia de una adecuada y completa evaluación diagnóstica de esta patología dual y de llevar a cabo un tratamiento individualizado teniendo en cuenta todos los trastornos comórbidos, sus interrelaciones y sus implicaciones pronósticas con el objetivo final de conseguir un tratamiento en estos pacientes que proporcione la mayor efectividad terapéutica posible.