El consumo de una caña de cerveza al día durante las primeras semanas de gestación produce, en un porcentaje elevado de casos, alteraciones en el feto, según la investigación de un equipo de científicos del Instituto de Neurociencias de Castilla y León, con sede en la Universidad de Salamanca. De cuerdo con los parámetros que trabaja el equipo de investigación de la Universidad de Salamanca, «en la primera o segunda semana de embarazo, un consumo moderado de alcohol produce alteraciones en el feto, aunque depende de la graduación alcohólica de las bebidas y de la tolerancia de cada mujer» según explicó el investigador Ángel Porteros.
«Con el consumo de tres o cuatro cervezas diarias se tienen todas las papeletas para sufrir trastornos y se ha comprobado que dosis bajas, manteniéndose durante un cierto tiempo, de una o dos semanas, pueden producir daños cerebrales», añadió.
En esta iniciativa, dirigida por José Aijón, trabajan Ángel Porteros, como investigador principal del proyecto; Rosario Arévalo, Javier Arenzana y Rosario Sánchez, quienes se centran en la obtención de un modelo animal, en este caso el pez cebra, en el que intentan reproducir las alteraciones que sufren los fetos humanos cuando se produce un consumo des alcohol por parte de la madre.
Se trata de un proyecto en el que intervienen otros centros internacionales, subvencionado por la Junta de Castilla y León, y cuyos resultados pretenden aplicarse en el plano preventivo, «ya que las investigaciones están poniendo de manifiesto las graves consecuencias que se producen en un feto con la ingestión de etanol, sobre todo en las primeras semanas de gestación», señaló Porteros.
El gran problema de este tipo de alteraciones por alcohol es que ocurren en las primeras semanas del embarazo, en etapas iniciales, nada más producirse la fecundación, cuando la mujer en la mayor parte de los casos desconoce su estado, por lo que puede ingerir sin ser consciente de las repercusiones.
El síndrome alcohólico fetal es un trastorno conocido entre la sociedad y los expertos, aunque los investigadores salmantinos destacaron que cada vez tiene más prevalencia en las sociedades occidentales y en la actualidad se registra un caso de cada 700 nacimientos en Europa y el mismo porcentaje en Estados Unidos. Este síndrome conlleva distintas anomalías en el feto, entre ellas cardiopatías, alteraciones en el sistema cardiovascular y en el normal desarrollo del sistema nervioso, incidiendo en el cerebro.
La ingestión continuada de alcohol puede tener en algunos casos efectos tan graves que provoca un retraso mental total y en muchas ocasiones se produce una ciclopatía en el niño, destacó Portero.