Desde un punto de vista puramente médico, el Estado invierte más dinero en la compra de medicamentos antirretrovirales destinados a pacientes conVIH. Sin embargo, ignora por completo los métodos recomendados por la Organización Mundial de la Salud de prevención del VIH entre toxicómanos, como por ejemplo los programas de agujas y jeringas desechables o los tratamientos sustitutivos.  

Otro problema concreto son las muertes por sobredosis. En todo el mundo existe un sistema de prevención que consiste en la distribución de naloxona (un eficaz antídoto contra las intoxicaciones por opiáceos) entre los adictos, así como en seminarios organizados por trabajadores sociales para enseñar a utilizarla. Todo esto forma parte de los llamados programas de reducción de daños asociados al consumo de drogas, pero en Rusia estos programas no reciben apoyo del Estado y se mantienen como pueden.

En mayo de 2012 el presidente Putin firmó un decreto “Sobre mejoras en la política estatal en el ámbito sanitario”, dirigido sobre todo a las reformas de la asistencia a la adicción hasta el 1 de enero de 2016. A día de hoy se puede sacar la siguiente conclusión: el trabajo que se realiza en este ámbito pone cada vez más énfasis en las prácticas de represión y control, en detrimento de las prácticas médicas y de investigación científica.

He aquí un ejemplo de ello. Se sabe que durante el tratamiento de una adicción relacionada con el consumo de opiáceos, el principal problema no radica en el llamado ‘mono’ (síndrome de abstinencia). La mayor dificultad se encuentra en la posterior rehabilitación, que consiste en un prolongado trabajo psicológico y social con el paciente.

A día de hoy en nuestro país existen tres centros especializados estatales de rehabilitación para drogodependientes. Si son ciertos los datos que proporciona el general Ivanov, director del Servicio Federal de Rusia para el Control de Estupefacientes, en Rusia viven unos 8 millones de consumidores de sustancias psicoactivas, de los cuales 2,5 millones son adictos a drogas inyectables. (Cabe señalar que la opinión manifestada por el general Ivanov no está respaldada por ninguna investigación científica relevante que abarque las 83 regiones de Rusia).

En este contexto, no resulta en absoluto sorprendente la proliferación de todo tipo de centros de rehabilitación privados, como la fundación Ciudad Sin Drogas de Yevgueni Roizman o Cambios en Rusia de Andréi Charushnikov (este último juzgado recientemente en Kémerovo por el asesinato de un paciente). En estas instituciones los toxicómanos no pasan por un tratamiento, sino por un auténtico calvario. Y ahora resulta que, según la reforma de la asistencia a la adicción, el Servicio Federal de Rusia para el Control de Estupefacientes tiene 200.000 millones de rublos para destinar a la creación de un sistema nacional de rehabilitación. ¿Cómo puede la policía antidroga, cuya obligación es ante todo luchar contra el narcotráfico, hacer el trabajo de médicos y psicólogos? Pues así: para empezar, en el nuevo sistema nacional han comenzado a incluir los centros privados ya existentes, incluida la fundación Ciudad Sin Drogas de Roizman, que ya se encuentra en la lista de centros de rehabilitación del Servicio Federal para el Control de Estupefacientes.

Mientras tanto, en Europa siguen un camino completamente distinto, reduciendo las medidas policiales en beneficio de las médico-sociales. Pero, ¿acaso en Rusia no existen recursos suficientes para la financiación de una asistencia social más eficaz? Al parecer, nosotros tenemos que recortar gastos, aunque no es así cuando se trata de los multimillonarios costes de la creación de la lista de los centros de rehabilitación o de la compra masiva de pruebas de consumo de estupefacientes.

De acuerdo con esta opinión, si se descubre a tiempo el consumo de drogas entre los niños y adolescentes se pueden evitar los problemas relacionados con ello. Esta idea la defiende a capa y espada, entre otros, el director del departamento antidroga del Ministerio de Sanidad, Yevgueni Briun.

Por desgracia, nada de esto tiene como principio el bienestar de los pacientes. Porque, ¿qué resultados puede dar un sistema basado en las pruebas de consumo de drogas? Este sistema no propone ninguna medida médico-social en el trabajo con niños o adolescentes. Los resultados obtenidos pueden únicamente ser punitivos: los consumidores descubiertos serán expulsados de las escuelas e institutos, inscritos en registros de tratamiento, etc.

Unas medidas de este tipo no harán más que aumentar el grado de estigma social de los drogadictos, quienes ya de por sí, y en palabras del populista Roizman, en nuestro país no se consideran personas, sino como animales. ¿Y qué derechos puede tener un animal?

Ninguno. Deben ser identificados y aislados. A esto se dedica Roizman, creador de una especie de sucedáneo de centro de tratamiento. Desgraciadamente, el servicio estatal antidrogas por ahora no ofrece a los habitantes de Rusia otra alternativa viable.

Alexánder Delfínov es creador y moderador del proyecto Narkofobia.