Es verdad que cuando estás muy clavado con un videojuego, millones de neuronas se coordinan para que puedas tomar decisiones y realizar movimientos en milésimas de segundo; sin embargo, ¿sabías que este entretenimiento también tiene su lado oscuro?

Si tu pasión son los videojuegos, de seguro eres de los que pasan frente a la consola gran cantidad de tiempo; incluso, es posible que no te importe que, con tal de pasar al siguiente nivel, tus manos terminen llenas de ampollas. Al respecto se han dicho infinidad de cosas, de modo que, por un lado, hay quienes dicen que tan sólo es un pasatiempo, y por el otro, algunos investigadores afirman que jugar de manera indiscriminada puede generar adicción.

¿Por qué te enloquecen? Si bien se han convertido en sello de identidad generacional, esta industria está apoyada en poderosa mercadotecnia y publicidad de consumo de la que pocos escapan. “Se trata de programas muy llamativos cuyo diseño y funcionamiento te atrapa y hace que te «piques» y no quieras dejarlo. Además, el tipo de personajes y temáticas de guerra, peleas y destrucción en general, te llaman la atención porque tales características permiten que el juego se torne en medio para descargar presiones y te permite evadir lo que ocurre a tu alrededor”, comenta la Dra. Mariana Gutiérrez Lara, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

A favor y en contra

Si bien la mayoría de los videojuegos de moda son de tipo violento y fomentan competencia insana (pues muchos de los jugadores terminan peleando entre ellos porque adoptan el papel de los personajes), hay puntos a favor que deben rescatarse:

  • Te permiten vincularte a las tecnologías interactivas.
  • Desarrollas habilidades y destrezas que agudizan tus sentidos.
  • Propician la estimulación sensorial múltiple y audiovisual, en la cual tienes que fijar tu atención y afinar la coordinación entre movimiento y vista (mano-ojo), seleccionar, memorizar y ejecutar una acción integral, mejorar la capacidad en la toma de decisiones y estimular la perseverancia para la consecución de objetivos definidos.
  • Algunos te permiten mejorar en materias como matemáticas y computación.

Por otra parte, los argumentos que destacan los efectos negativos de los videojuegos son éstos:

  • Propician falta de atención, fomentan el aislamiento y evasión de la realidad (es decir, no le haces caso a nadie, ¡ni a tu perro con hambre!).
  • Su uso continuo puede generarte problemas de salud, como dolor de cabeza, irritación de ojos, falta de sueño, dolores musculares y vicios de postura, que están en relación directa con el tiempo empleado en el juego.
  • En algunos casos los videojuegos provocan problemas serios trastornos de salud, por ejemplo, en chicos con propensión a la epilepsia (problema que ocasiona “cortocircuitos” en el cerebro) se han dado casos en que la exposición prolongada a los mismos detona la aparición de convulsiones (sacudidas involuntarias). Eso sí, cabe aclarar que el problema no sólo se debe a los juegos, sino que intervienen otras causas, principalmente la dinámica familiar.

¿Eres adicto?

Es justo y necesario que te quede claro que es sano disfrutar los videojuegos, siempre y cuando te des tiempo para relacionarte con amigos y familiares, y tengas otro tipo de actividades. Pero, ¡ojo!, si al jugar llegas al grado de obsesionarte hasta terminar un nivel, no tienes control para decir “hasta aquí”, dejas de hacer lo que te gusta en otros ámbitos, te aíslas de los demás y tienes problemas por el tiempo que le dedicas a ello, lamento informarte que te encuentras en un problema porque has perdido el control.

Al respecto, la Dra. Gutiérrez Lara refiere que es fundamental que te des tiempo para llevar a cabo otras actividades: “No los conviertas en parte principal de tu vida, sólo dedícales un rato. Lo recomendable es que juegues de 50 minutos a 1 hora y que dejes pasar el mismo tiempo sin hacerlo, pues ello te da la posibilidad de moverte, socializar y que tu cerebro descanse”.

Respecto a la adicción, comenta la entrevistada, los síntomas son: sentir necesidad compulsiva (sin control) de jugar, aumentar el tiempo dedicado a ello y negarte a salir con amigos, levantarte por la noche o madrugada para continuar tu partida, sentir molestia o enojo si alguien trata de quitarte este espacio, tener pensamientos recurrentes de las estrategias que utilizarás mientras no estás jugando, y síndrome de abstinencia (es decir, mezcla de sensaciones molestas al no estar junto a la consola y con el control en las manos).

Consecuencias y soluciones

“Toma en cuenta que al estar muchas horas jugando, prácticamente no te mueves (aun con la nueva consola en la cual tienes que mover brazos y piernas), lo cual puede ocasionarte problemas musculares y aumento de peso”, advierte la especialista. Y agrega que las alteraciones también se extienden a las manos, sobre todo en los dedos pulgares, que son los que más se utilizan para apretar botones.

“Sin embargo, los conflictos más importantes son a nivel del desarrollo social y emocional, ya que se ve impedida la convivencia y se presenta aislamiento del mundo, con lo que te quitas la oportunidad de conocer gente y convivir con tus iguales. Además, evadirte de la realidad te impide expresar y modular tus emociones e intercambiar experiencias”, acota la Dra. Gutiérrez Lara.

Ahora, si sientes que librarte de la adicción es más difícil que superar cualquier nivel en el que hayas jugado, no te preocupes; toma en cuenta que siempre hay alternativas, pero es preciso que los adultos que te rodean te den oportunidades, creen la red de apoyo social necesaria (es decir, lazos afectivos y de comunicación) y planeen contigo diversas actividades.

“Si la dependencia hacia los videojuegos es muy fuerte, toma en cuenta que una terapia no te caerá nada mal, pues además de ayudarte a detectar alguna cuestión emocional para que la resuelvas en lugar de evadirla, te enseñará a mejorar tus habilidades sociales”, comenta la catedrática de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Por último, ten presente que lo mejor para ti es que a cada actividad y persona les dediques cierto tiempo; no permitas que sólo una cuestión te absorba, pero si sucediera, busca ayuda.