El Ministerio de Sanidad de China ha anunciado la prohibición de fumar en los hospitales de todo el país. Sin embargo, los activistas antitabaco aseguran que no ha cumplido la promesa de prohibir este hábito a nivel nacional en los lugares públicos.

Los 300 millones de fumadores chinos consumen una tercera parte de los cigarrillos que se fuman en el mundo y un millón de ellos mueren cada año por enfermedades relacionadas con el tabaquismo, lo que supone una carga para las familias y para el sistema sanitario. Se espera que para 2020 el número de muertes por tabaco alcance la cifra de dos millones, según un estudio de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y el Cáncer de Pulmón.

«La industria del tabaco sigue representando gran parte de los ingresos del Gobierno, mientras que muchos agricultores dependen en gran medida del cultivo de tabaco», según ha afirmado un médico del Hospital Universitario de Zhengzhou y asesor del Gobierno, Xang Lixia. «Así que no creo que la prohibición de fumar venga de repente», añadió.

Pero los activistas denuncian que aún no han visto señales de la prometida ley nacional para prohibir fumar en lugares públicos, que podría reducir los costes sanitarios relacionados con el tabaco pero que afectaría también a los ingresos del Gobierno chino.

Casi el 60% de los hombres chinos fuma. Se consume un promedio de 15 cigarrillos al día, principalmente de marcas locales como Zhongnanhai, que es el nombre de la sede del Partido Comunista de China y el Gobierno Central en Pekín.

La portavoz de la Asociación China de Control del Tabaco, Zhang Jing, ha declarado que «en China, los planes se convierten en realidad en poco tiempo sólo si el Gobierno está decidido a hacerlo». «Pero el problema ahora es que no estamos seguros de que el Gobierno se haya decidido», añadió Zhang.

China ha prometido una «rigurosa» actuación que consiga unos lugares públicos interiores «libres de humos» para el año 2011, cinco años después de unirse al Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Muchas ciudades chinas ya disponen de normativas similares aunque su aplicación varía dependiendo de las oficinas gubernamentales.