Un equipo de la clínica Mayo estudió ese aparente efecto entre pacientes que antes no se habían interesado por los juegos de azar o habían apostado ocasionalmente y que recibieron medicamentos que contrarrestan la dopamina.

“Este es un efecto sorprendente”, dijo J. Eric Ahlskog, el neurólogo de la clínica Mayo que trató a la mayoría de los pacientes en el estudio.

La buena noticia, según Ahlskog y M. Leann Dodd, el psiquiatra de la clínica Mayo que inició el análisis, es que este efecto se da solamente en un número pequeño de los pacientes que reciben esos medicamentos y pueden cesar tan pronto como comenzaron.

“Es un efecto secundario muy raro y es reversible si se suspende la medicación, pero hay que determinar que hay esa conexión”, dijo Ahlskog.

Los neurólogos de la clínica Mayo que trataban a pacientes con mal de Parkinson se dieron cuenta de esta situación en 11 casos, detectados durante visitas rutinarias a la clínica.

“En la mayoría de los casos, el paciente vino para un examen rutinario y en el curso de la conversación admitió que «apostaba demasiado» o algún miembro de la familia mencionó que el paciente apostaba de forma excesiva”, según el artículo.

En muchos casos, el paciente o sus familiares señalaron que ese tipo de conducta era inusitado y que las apuestas estaban causando ya problemas en sus vidas.

Los investigadores luego evaluaron la relación entre el interés por los juegos de azar y los medicamentos de los pacientes: todos tomaban estas medicinas para el tratamiento de Parkinson, y ocho de los pacientes también ingerían carbidopa/levodopa.

El estudio de la literatura médica mostró a los investigadores que había antecedentes de vínculos entre el tratamiento del mal de Parkinson y una conducta ludópata. Ahlskog y sus colegas encontraron que algunos de los pacientes dejaron de apostar cuando suspendieron la utilización de estos medicamentos.