La Convención de la ONU para el Control del Tabaco ya ha entrado en vigor, y su finalidad primordial es acabar con ciertas lagunas jurídicas de las que la industria se ha estado beneficiando. Asimismo, pretenden reducir el número de fumadores y su consumo, ya que cada año se producen cinco millones de muertes a causa del tabaco, y hay unas pérdidas de 200.000 millones de dólares, 150.000 millones en euros, en concepto de tratamientos y perjuicios en la productividad.

El tratado auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) pretende frenar la que es la primera causa de muerte prevenible en el mundo, a través de medidas como la prohibición de la publicidad, el patrocinio y cualquier forma de promoción, el establecimientos de controles de calidad del aire en interiores y el refuerzo de las leyes contra el contrabando.

Hasta la fecha, 57 países son Estados parte del Tratado, entre ellos España, que lo firmó en junio de 2003 y lo ratificó el pasado enero. En total, quedan por lo tanto cubiertas 2.300 millones de personas en todo el mundo.

Al entrar en vigor la convención, los Estados parte deberán trasponer sus disposiciones a la legislación nacional; en consecuencia, por ejemplo, dispondrán de tres años para garantizar que los paquetes de tabaco incluyen advertencias claras sobre sus riesgos para la salud, o de cinco años para instaurar una prohibición efectiva de toda forma de publicidad.

Actualmente, el consumo de tabaco sigue extendiéndose, en especial en los países en vías de desarrollo, donde se producen la mitad de las muertes por esta causa; si la situación sigue evolucionando igual, para 2020 siete de cada diez muertes se registrarán en los países pobres.

El texto del tratado puede consultarse en la web www.who.int/tobacco/framework/en.