Hasta un 60% de los fumadores españoles intenta, de vez en cuando, dejar de fumar, aunque sin demasiada convicción, mientras que el 30-35% son «fumadores felices», que ni siquiera se plantean abandonar el cigarrillo.

Sólo entre un 5 y un 10% realizan un esfuerzo «serio» por superar este hábito y, de ellos, aproximadamente el 35% de los que sigan un tratamiento de apoyo farmacológico y psicológico lo conseguirán.

Estos datos fueron ofrecidos en rueda de prensa por el representante de la Sociedad Española de Neumología (SEPAR) en el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo y presidente de la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo, Dr. Carlos Jiménez; y por Javier Ayesta, profesor titular de Farmacología de la Universidad de Cantabria y presidente del Comité Organizador de la IV Conferencia Europea de la Sociedad de Investigación de la Nicotina y el Tabaco, que se celebra en Santander.

Los dos expertos realizaron un repaso a la adicción a la nicotina y al hábito tabáquico, y explicaron, por ejemplo, que existen tests para detectar el grado de adicción de un fumador y que permiten distinguir si se trata de una persona habituada al tabaco o de un simple adicto.

Así, señalaron que tres preguntas de este test permiten determinar especialmente el grado de adicción de un fumador. Fumar más de 20 cigarrillos al día, necesitar el primer cigarrillo en la primera media hora tras haberse despertado y sentir que el cigarrillo que más le apetece es el primero del día, son síntomas inequívocos de adicción, de alta dependencia física de la nicotina, por lo que esa persona necesitará de tratamiento farmacológico y psicológico para abandonar el tabaco.

Señalan los expertos que cuando existe un intento serio por parte de un fumador de dejar el tabaco, las recaídas «no son un fracaso, sino una parte más del proceso terapéutico, que a su vez demuestran la adicción». Insistieron, no obstante, en la importancia de que a un esfuerzo serio por abandonar el tabaco lo acompañe un tratamiento farmacológico y psicológico, dado que, de lo contrario, la posibilidad de éxito se rebaja hasta el 5 o el 10%.

En este sentido, advirtieron de la posible publicidad engañosa sobre métodos y diversos artilugios para dejar de fumar y remarcaron que únicamente el método que combina el tratamiento farmacológico y psicológico o conductual ha demostrado científicamente su eficacia. «El resto de tratamientos en ningún momento han demostrado ser eficaces», subrayaron.

Destacaron, por otro lado, el avance registrado en el porcentaje de éxito del tratamiento para dejar de fumar, que ha pasado de un 15% en los años ochenta a un 35% en la actualidad.

No obstante, advirtieron que el porcentaje de éxito se irá reduciendo cuantos menos fumadores queden, dado que los que no hayan dejado de fumar serán los casos «más recalcitrantes». Indicaron también que en la actualidad se siguen líneas de investigación sobre nuevas moléculas para tratamientos antitabáquicos, con nulos efectos secundarios. Asimismo, recordaron que existen profesionales especialmente relacionados con el tabaco, como los trabajadores a turnos, los profesionales de enfermería o los periodistas.

Destacaron, por otra parte, que aquellos países que llevan más años «dejando de fumar», como Estados Unidos y Reino Unido, han notado un descenso a medio y largo plazo de los gastos sanitarios relacionados con el tabaco. Sin embargo, recordaron que el tabaco, «igual que mata lentamente», hace que las repercusiones del abandono del tabaco sean igual de lentas, aunque en general quien deja de fumar se siente mejor, afirmaron.

Acogieron como especialmente positivas las últimas medidas propuestas para regular la publicidad del tabaco, tanto por la importancia que tiene eliminar la palabra «light» de cualquier cosa relacionada con el tabaco como por el incremento en la superficie del aviso de las autoridades sanitarias en las cajetillas.

También consideraron positiva la alternancia de los mensajes de esos avisos, dado que si siempre es el mismo el fumador llega un punto que «ni la ve». Sin embargo, los Dres. Jiménez y Ayesta alertaron del «brutal acoso publicitario» que sufren actualmente los adolescentes por parte de las tabaqueras, a las que acusaron de tener como público objetivo actual a los niños de entre 8 y 10 años.

Explicaron que el hecho de que la media de edad de inicio en el tabaco sean los 13 años viene alimentado por un proceso previo de interiorización por parte del menor, provocado, entre otras cosas, por la publicidad. Asimismo, recordaron que en la actualidad la juventud es el sector de población más fumador y explicaron que en la mayoría de las ocasiones los jóvenes fuman «no por ansia, sino por presiones sociales». «El ansia vendrá después», apuntaron.

Los especialistas apostaron por llevar la atención al tabaquismo a todo el sistema de atención primaria, incluidos los farmacéuticos, y crear algunas unidades antitabáquicas «de referencia» para aquellos casos más complicados.