Ana Ester Vaca, psicóloga de la Asociación de Alchólicos Rehabilitados de Zamora se encarga de coordinar el trabajo que se hace con en enfermo desde un primer momento.

¿Cómo se recibe a la persona que quiere dejar el hábito del alcohol?

Se hace la acogida del enfermo o del familiar cuando llega y en función de la problemática que presenta, tras una valoración, se le asigna un tipo de terapia, individual o de grupo. En principio a todos los pacientes se les trata en terapia individual hasta que conseguimos la abstinencia, y la hacemos bien en coordinación con los médicos de Atención Primaria, Salud Mental o la Unidad de Conductas Adictivas que está en Puerta Nueva. Una vez conseguido que el paciente deje de beber y rompa el vínculo con el alcohol empezamos el programa de rehabilitación. Y ahí generalmente, si el enfermo no tiene otros problemas añadidos, hacemos terapia de grupo, una vez por semana. Tenemos un grupo con los que comienzan el tratamiento y otro con los que llevan ya más de dos años en rehabilitación. Y vamos trabajando la rehabilitación del enfermo que no consiste solo en dejar de beber sino todo el problema personal, familiar, social, laboral. A la vez le tratamos en terapia individual siempre que surge algún problema añadido y trabajamos también con las familias. Porque el problema no es sólo del enfermo, sino también de su entorno. Hacemos también grupos de terapia de familia e individual con familias.

No es fácil tampoco para las familias afrontar el problema.

El alcoholismo no solo es un problema del enfermo sino de todo el entorno. La familia se ve agobiada por la situación, por no saber cómo manejar al enfermo, cómo cortar esa dinámica de consumo y aunque quiera ayudar no puede porque no sabe cómo. Ahí también trabajamos en la Asociación. Muchas veces nos llegan familiares contándonos el problema que hay y aunque el enfermo no viene, nosotros les podemos dar unas pautas de cómo actuar, cómo convencerle de que tiene una enfermedad, que necesita ayuda. Es verdad que la convivencia con un alcohólico es muy complicada y los familiares son las que lo sufren. Ahí tenemos que trabajar muchas veces problemas de ansiedad, depresión de familiares….

¿Cuál es el paso más difícil en un proceso de rehabilitación?

Convencer al enfermo de que tiene un problema porque generalmente no lo ve. El sólo ve que bebe como los demás, cree que lo puede controlar y en cualquier momento lo puede dejar. A no ser que se produzcan problemas graves, legales, en el trabajo o problemas serios del tipo accidentes de tráfico y demás es muy difícil que se convenza. Es el trabajo más difícil, el primer paso, el convencer al enfermo de que tiene un problema, porque cuando uno no es consciente de que tiene un problema mal va a intentar solucionarlo. Cuando conseguimos que el enfermo se de cuenta de que lo que le pasa no es algo normal, ahí empezamos a trabajar y todo viene rodado.

Según el tipo de personalidad del paciente será más o menos fácil, ¿no es así?

Hay personas que son más fáciles de convencer, porque dicen, «yo no lo veo, pero como me lo dice mi familia, será verdad». En cambio otros tienen que llegar a tocar fondo para darse cuenta de que tienen un problema. Y mientras tanto la familia, nosotros o los médicos pueden hacer todo lo que queramos, pero si él no está convencido de que tiene un problema, no hacemos nada.

Dejar de beber es volver a vivir, dicen ustedes.

El que deja de beber es el enfermo, pero el que vuelve a la vida es el enfermo y su entorno. Porque vivir con una persona alcohólica no es vivir para nadie. El familiar lo que hace es girar en torno al enfermo. Si el enfermo lo pasa mal el familiar también; si el enfermo no tiene control sobre la bebida el familiar no tiene control sobre el enfermo. Y esa situación de no controlar la situación es muy complicada para todos. Cuando el enfermo realmente deja de beber la vida cambia para todos y se ve reflejado en todos los ámbitos de vida, la familiar, la social, la vida laboral, a todos los niveles.

¿La asociación está coordinada con los servicios sanitarios?

Sí. Principalmente con los médicos de Atención Primaria y con la Unidad de Conductas Adictivas que funciona en el centro de salud Puerta Nueva, porque cuando tenemos un problema les llamamos y ellos nos dan cita para el tema de la abstinencia, en un principio, porque hay que controlar el síndrome de abstinencia y tiene que ser con la ayuda médica. No tenemos ningún problema porque trabajamos coordinadamente y nos ayudan en todo lo que pueden.

Las reuniones generales habituales que mantienen, ¿qué objetivo tienen?

El principal es transmitir la labor que estamos haciendo y que se nos conozca. Puede haber personas que todavía no conocen el recurso, tienen un problema con el alcohol y no saben cómo enfocarlo.