Beau Kilmer es uno de los expertos en política de drogas más reconocidos en Estados Unidos. Es investigador y principal codirector del centro de investigación de política de drogas Rand Corporation. Estuvo en Bogotá en un foro con políticos colombianos sobre experiencias internacionales en nuevos enfoques de la política de drogas y habló con El Espectador sobre las iniciativas que están revolucionando esta política en EE.UU. y las lecciones que se pueden tomar para Colombia.

– ¿Cuál es la posición del gobierno federal de EE.UU. frente a los avances inéditos en materia de legalización del cannabis en Colorado y Washington y, después de esto, cómo queda parado el Gobierno en el debate internacional?

El departamento de Justicia, en agosto de 2013, emitió un memo en el cual decía que la administración de Obama no iba a bloquear los esfuerzos de implementación de esas iniciativas en Colorado y Washington, mientras estos estados tengan en pie fuertes sistemas regulatorios. Dejó muy claro que no están legalizando a nivel federal y que los fiscales federales, si deciden tomar un caso de tráfico de marihuana, tendrán diferentes lineamientos. Uno de esos lineamientos es que, si se trata de un negocio de venta a menores de edad, los responsables deben ser procesados. Si es una organización que sirve al crimen organizado, debe ser procesada. Si están exportando a otros estados, también.

No ha habido mucha discusión pública sobre cómo esta decisión del Gobierno afecta las convenciones internacionales. No ha habido un pronunciamiento oficial al respecto. Mucho antes, el fiscal general, Eric Holder, dijo entre líneas que consideraba que hay implicaciones internacionales, pero eso no ha sido parte de las discusiones desde agosto de 2013.

– Uno de los grandes temores en Colombia es que, al aplicar un modelo alternativo a la prohibición, aumente el consumo. ¿En Washington y Colorado se incrementó?

Es demasiado temprano para decirlo. Los mercados están todavía en transición. En Washington, las tiendas no abrirán hasta julio de 2015. Vamos a poner atención a cómo influye la legalización en el consumo de la marihuana, pero también del alcohol. Vamos a ver si se vuelven complementos económicos, si la gente los usa juntos o como sustitutos. ¿Vamos a ver gente cambiarse del alcohol a la marihuana? Analizar eso es muy importante desde la perspectiva de la salud pública. Los mercados están en transición, así que no lo sabremos durante algún tiempo.

– ¿Qué decir sobre la relación entre el mercado negro y el mercado legal de cannabis en estos estados?

En Washington y Colorado no se trata sólo del mercado negro contra el mercado legal. Esos estados ya tenían florecientes mercados médicos antes de que se aprobaran nuevos modelos. Y en ellos es muy fácil conseguir una recomendación médica. Ese mercado médico tenía impuestos de venta, pero no impuestos especiales. Desde enero de 2014 tenemos también el mercado adulto. Entonces tenemos el mercado negro, el mercado de la marihuana medicinal y el de los mayores de 21 años. Este último tiene impuestos especiales y están llegando ingresos tributarios de dinero, pero no tanto como se esperaba. Tal vez pensaron que más gente se iba a desplazar desde el mercado medicinal hacia el adulto, pero hay muchos que no quieren pagar impuestos. Esto, sin embargo, también está en plena transición. Por supuesto, los productores legales esperan poder desplazar al mercado negro, pero falta tiempo para ver esos resultados.

– El modelo de regulación estatal de Uruguay prohíbe la publicidad relacionada con el cannabis, pero en EE.UU. es un problema imponer este tipo de restricciones.

En Washington y Colorado trabajan duro para imponer restricciones a la publicidad, pero no la pueden prohibir porque la Constitución incluye una doctrina de libertad de expresión comercial. Es un problema potencial, especialmente cuando uno tiene cuatro empresas lucrativas involucradas que tratarán de ampliar sus mercados, y para eso la publicidad será clave. Un punto que no ha recibido tanta atención como debería está relacionado, de nuevo, con el memo emitido por el gobierno federal. Hay una nota al pie que dice que cuando hablamos de distribuir a menores no sólo hablamos de venderles, sino de otras formas del mercado que apelan a la juventud. El memo dice que el fiscal federal estadounidense también debe procesar estos casos. Hasta ahora ninguno de los fiscales federales se ha expresado en este sentido, pero será interesante ver cómo se desarrolla este tema a medida que se abran más tiendas y se amplíe el mercado.

– Además de Washington y Colorado, hay otros estados que planean referendos.

En noviembre, Alaska, Oregon y Washington D.C. van a votar la legalización de la marihuana. También hay discusiones serias sobre la legalización en Vermont. El gobernador ha dicho que hay que hacer un estudio para pensar en las consecuencias que pueden tener regímenes alternos. No se trata de la prohibición versus los modelos de Colorado y Washington; hay mucho campo para diferentes tipos de políticas entre estos dos.

– ¿Qué tan cerca ve el momento en que el gobierno estadounidense haga cambios a nivel federal en su política de drogas?

Dependerá en buena parte de lo que pase en las elecciones presidenciales de 2016. Ahí se podría determinar si se va a continuar con esa postura de dejar a los estados experimentar o qué va a pasar. Es posible que las políticas sobre el cannabis estén presentes en los debates presidenciales. Hay mucho apoyo popular para la legalización.

– Colombia descriminalizó la posesión, pero sigue penalizando la producción, distribución, etc. Es una contradicción que viven otros países. ¿Cómo resolverla?

Es un gran reto. Por eso me emociona ver tantas conversaciones, por lo menos en el ámbito de la marihuana. Espero ver lo mismo respecto a otras sustancias, en Colombia y otros países. Para esto no hay respuestas fáciles. El camino del diálogo lleva a las respuestas.

– El cannabis está en el centro del debate global, pero el problema en Colombia es la cocaína. ¿Cómo abordar esta droga?

En el lado de la demanda, vemos un modelo que arresta al usuario, lo encarcela. Hemos visto muchos debates sobre las alternativas al encarcelamiento. Hay muchos y diferentes modelos que se pueden considerar. Está el de los tribunales de tratamiento de drogas, en los que el usuario va al sistema de cortes, pero ese sistema está enfocado en darle el tratamiento que necesita. También está el modelo de sanciones rápidas y justas, que parece estar funcionando. Este no tiene un componente de tratamiento, pero se ha visto que muchos usuarios frecuentes pueden dejar de consumir sin necesidad de un tratamiento. También vemos otras opciones, como el modelo de descriminalización de Portugal: cuando un usuario es capturado por la policía, es llevado a un organismo que decide si necesita o no tratamiento.

Nos encantaría vivir en un mundo en el que cualquiera que necesite tratamiento lo obtenga de la mejor manera posible. Por lo menos en EE.UU. no es eso lo que vivimos. Tratamos de determinar cómo la gente puede beneficiarse mejor del tratamiento y también quiénes no lo necesitan. En los años venideros, el debate va a enfocarse en quién necesita tratamiento y quién no. Esto con respecto a la cocaína, pero también al alcohol.

– Hay países que esperan un cambio de la política global para empezar a cambiar sus políticas internas. Hay otros que se arriesgan a experimentar y, sumados, presionan por el cambio global. ¿Cuál de los dos caminos es mejor?

Son dos perspectivas. Algunos países están experimentando diferentes políticas y diferentes posturas, por ejemplo, lo que hizo Bolivia al retirarse de la Convención Única de 1961 para volver a adherirse con una reserva. Será fascinante ver qué pasa en los próximos años. Para jurisdicciones que buscan experimentar, es recomendable tener en cuenta que no se trata de hacer cambios para siempre. Se puede intentar algo por unos años y luego determinar si se continúa o no. Uno de los problemas en EE.UU. es que, si se va de la prohibición al modelo lucrativo, llegan las compañías, el lobby, el cambio de mercados, eso hace más difícil la posibilidad de volver al inicio para tratar algo diferente. Una idea posible es empezar con algo pequeño y no convencerse de la permanencia. Hay que ser flexibles.