Nacido en 1995, el Club de los Fumadores por la Tolerancia, presidido por el humorista Antonio Mingote, cuenta con más de 100.000 socios. Su campaña «Prohibido prohibir» contra la decisión de Sanidad de impedir el consumo de tabaco en los locales públicos suma ya 30.000 firmas, según anunció en Logroño su portavoz, Javier Blanco Urgoiti.

– ¿Se atreve a refutar que el tabaco es malo y perjudicial para su salud y para los que le rodean?

– El tabaco es malo para la salud, salvo algún habitante de alguna aldea aislada de Alaska eso ya no lo discute nadie. El debate hoy es el de tabaco y libertad, el de personas mayores de edad que deciden consumirlo o no y esa libertad, por supuesto, hay que emplearla con el máximo de educación y de respeto y esperando que los demás sean tolerantes.

– Ustedes hablan de respeto y de tolerancia, pero ¿quién hace mejor uso de esas virtudes?

– El no fumador es, desde luego, quien más uso ha hecho siempre del respeto y de la tolerancia y los fumadores debemos responder igual y ser cada vez más educados.

– ¿Aconsejaría a sus hijos disfrutar de los «beneficios» del tabaco?

– El tabaco tiene beneficios -como dice Manuel Alcántara, es malo para la salud y bueno para todo lo demás-, pero mis hijos desde luego que no van a fumar mientras sean menores de edad. Yo les aconsejaré que no fumen nunca, pero cuando sean mayores de edad les daré toda la información y decidirán ellos.

– Rechazan la prohibición total, pero ¿asumen que es necesaria una ley que regule su uso publico?

– Ya tenemos una ley desde hace cuatro años, lo que hay que hacer es que se cumpla.

– ¿Qué consecuencias negativas tendría el endurecimiento de la ley tal y como lo plantea Sanidad?

– Por una parte, las pérdidas económicas que están augurando las asociaciones de hostelería de toda España justo en una etapa de crisis. Por ejemplo, en Irlanda, el único país donde la prohibición es total, se contabilizó un descenso del 16% en las ventas de la hostelería y un incremento del 14% en el paro en ese sector. Pero hay otro riesgo que hemos denominado el «cigarrón», con grupos de gente fumando en la calle, también de madrugada, molestos para los vecinos, como el «botellón».

– ¿Entiende la prohibición de fumar en los centros de trabajo?

– No. Si a través de los convenios colectivos hubieran dejado que cada empresa negociara el uso del tabaco se habrían respetado los derechos de la mayoría, dando la opción a los empresarios de habilitar un espacio separado para no vulnerar realmente el derecho del no fumador.