«Son más susceptibles. Están menos formados intelectualmente… Son más maleables». Así es como definía un documento de la tabaquera RJ Reynolds a las personas sin techo y a los enfermos mentales, grupos sociales a los que la industria ha dirigido su mirada ante el abandono del tabaco generalizado en algunos países desarrollados.

Menos de una cuarta parte de la población estadounidense fuma y las tasas de este hábito han descendido claramente desde 1960. Por este motivo y porque una gran proporción de los enfermos mentales y de la personas sin hogar consumen tabaco, las empresas tabaqueras llevando aplicando desde hace varios años diferentes estrategias de marketing dirigidas a aumentar sus ventas.

Un estudio, publicado en «Tobacco Control», muestra algunas de estas estrategias recogidas en los documentos internos de la industria y cómo a lo largo de la última década se ha volcado en estos colectivos para frenar el descenso de sus ventas en los países desarrollados.

Algunos estudios sugieren que entre el 70% y el 99% de los adultos sin techo fuman y se estima que los enfermos mentales compran casi la mitad de los cigarrillos que se venden en EEUU. Quizás sea por esto por lo que aproximadamente 2.500 documentos internos de la industria del tabaco hablan de estos grupos y exponen algunas medidas orientadas a ellos.

Unos ejemplos son los anuncios de marcas dirigidas a la «gente de la calle», la distribución gratuita de cigarrillos en los albergues para las personas sin hogar o el suministro que American Tobacco hizo para la película «Robocop 3» en la que se veía a un «sin techo» fumando Pall Malls y Lucky Strikes.

Otra forma de ganar clientes fueron las donaciones a organizaciones que se encargan de estos colectivos. En algunos casos, las instituciones han comprado cigarrillos para sus clientes, enfermos mentales o personas sin hogar.

«Aunque Lorillard (compañía tabaquera) fue la única compañía de la que se pudo localizar registros detallados de donaciones de cigarrillos, encontramos documentos hasta 1999 que mostraban que un gran número de organizaciones solicitaron cigarrillos o cupones», afirman los investigadores del estudio.

Colaboración mutua

Entre estos organismos se encuentran instituciones psiquiátricas, refugios para personas sin hogar, asilos, centros de convalecencia, etc. Otro ejemplo encontrado en los documentos analizados es la donación que Philip Morris hizo a la Coalición Nacional para los Sin Techo por valor de 100.000 dólares. De esta forma, la compañía logró una cobertura mediática positiva por su apoyo a este tipo de instituciones.

Organismos de veteranos del ejército estadounidense estiman que unos 250.000 personas pertenecientes a este colectivo se quedan sin hogar y viven en la calle. La industria del tabaco ha hecho contribuciones para finaciar instituciones que ofrecen servicio a esta población. Según los documentos de las tabaqueras, estos organismos son los más activos para promover los objetivos de la propia industria, a pesar de ser un grupo que sufre las consecuencias del consumo del tabaco a largo plazo.

«Las políticas dirigidas al control del tabaco, los trabajadores sanitarios y otros organismos deberían considerar si sus esfuerzos llegan a los sin techo y a las personas con enfermedad mental y a quellos que les ofrecen cuidados», explican los autores del estudio que recomiendan a estos profesionales que evaluen los peligros del tabaco que sufren estos colectivos que cuentan con poca respuesta defensiva.