Si fuma delante de sus hijos ya puede dejarlo, y no solo para mejorar su salud. El humo del tabaco provoca daños irreversibles en la estructura de las arterias de los niños. Según un estudio publicado en «European Heart Journal», el engrosamiento de las paredes de las arterias de los niños causado por la exposición al humo significa que estos niños pueden tenerun mayor riesgo de enfermedad cardio y cerebrovascular cuando sean mayores. Los investigadores de Tasmania, Australia y Finlandia destacan que en el caso en el que ambos progenitores fumen se añade un extra de 3,3 años a la edad de los vasos sanguíneos cuando los niños sean adultos.

Iniciado en Finlandia en 1980, el estudio reúne los datos del Cardiovascular Risk in Young Finns Study, realizado en 2.401 personas, y del Childhood Determinants of Adult Health study, que desde 1985 ha seguido a 1.375 personas. El trabajo es el primero que ha controlado a los niños hasta la edad adulta con el fin de examinar la asociación entre la exposición al tabaquismo de los padres y el aumento del grosor íntima-media-medida del espesor de las dos capas más internas de la pared arterial- en la edad adulta.

Los niños, al iniciarse el trabajo, tenían entre tres y 18 años. Los investigadores hicieron preguntas acerca del consumo de tabaco de sus padres y emplearon técnicas de ultrasonido para medir el grosor de las paredes arteriales de los niños una vez que habían llegado a la edad adulta.

Efectos negativos

Y los resultados mostraron los negativos efectos del tabaco. Así, observaron que la íntima-media carotídea en la edad adulta era 0,015 mm más gruesa en las personas expuestas a dos padres fumadores que en aquellos cuyos padres no fumaban.

«Nuestro estudio muestra que la exposición al humo pasivo durante la infancia provoca un daño directo e irreversible a la estructura de las arterias. Los padres, o incluso quienes estén pensando en convertirse en padres, deben dejar de fumar. No sólo es beneficioso para ellos, sino que también protegerán la salud de sus hijos en el futuro», advierte Seana Gall, del Instituto de Investigación Menzies, en Tasmania, y autor del trabajo.

A pesar de que las diferencias en el grosor de la arteria pueden parecer pequeñas -de 0.637 mm a 0.652 mm-, Gall señala que es importante tener en cuenta que representan el efecto independiente de una «única medida de la exposición». Por ejemplo, afirma, los niños que tienen dos padres fumadores tenían más probabilidades, de adultos, de ser fumadores o de tener sobrepeso que aquellos cuyos padres no fumaban.

Los investigadores han tenido en cuenta algunos factores que podía tergiversas sus resultados, como la educación, el consumo de tabaco infantil, la actividad física, el índice de masa corporal, el consumo de alcohol y factores de riesgo cardiovascular biológicos como la tensión arterial y niveles de colesterol en la edad adulta.

Un dato curioso del trabajo es que el efecto sobre las arterias no se apreciaba si únicamente fumaba uno de los padres. «Creemos que el efecto es visible cuando ambos fumaban debido a la dosis total de humo estos a la que los niños fueron expuestos», indica Gall.

El equipo de Gall había demostrado previamente que la exposición al tabaco pasivo en la infancia reduce la capacidad de la arteria principal del brazo para dilatarse en respuesta al flujo de sangre en la edad adulta. Este nuevo estudio se suma a la evidencia sobre los peligros del tabaquismo pasivo para los niños.