Fumar después de sufrir una apoplejía triplica el riesgo de muerte, según evidencia un estudio del Hospital San Filippo Neri de Roma (Italia), cuyos resultados se presentaron ayer en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, que se celebra en Munich (Alemania).

Concretamente, los pacientes que retoman el hábito tabáquico una vez superado un accidente cerebrovascular tienen el triple de posibilidades de fallecer que un enfermo que no fume. Así lo atestigua el director de este trabajo y doctor de este centro hospitalaria italiano, el profesor Colivicchi, que señala, asimismo, que «las posibilidades se incrementan en dos veces más si se vuelve a fumar en pocos días».

El galeno subraya que dejar de consumir cigarrillos tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico agudo «puede ser más eficaz que cualquier medicamento en la reducción del riesgo de eventos adversos». Colivicchi ha llegado a esta conclusión tras realizar un seguimiento a 921 pacientes declarados fumadores antes de ingresar en el hospital.

De ellos, un 53% volvió a fumar con regularidad un año después de abandonar las instalaciones hospitalarias, lo que, al cabo, produjo la muerte de 89 personas. Este especialista considera que los profesionales de la salud «deben hacer un amplio enfoque a largo plazo; incluyendo el asesoramiento individual, el apoyo tras el alta y el tratamiento farmacológico».