«La nicotina es como cualquiera otra droga; la adicción al tabaco se trata como cualquiera otra adicción». Las dos aseveraciones proceden del experto Elisardo Becoña, psicólogo y máximo responsable de la Unidade Antitabaco de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), la primera en Galicia que se puso en marcha para tratar a los fumadores en 1984. Desde entonces, alrededor de 14.000 personas han acudido a la terapia de este centro. Han sido 30 años, en los que ha cambiado el perfil del adicto al tabaco. Becoña resalta que «ahora vienen con otros problemas asociados como la ansiedad y el estrés».

El especialista se explica. «Acuden con más nivel de ansiedad, por lo que cuesta más tratarlos. La vida actual es más estresante. Hace 20 años, a ningún paciente le llamaban al móvil durante la sesión de terapia. Ahora, la gente tiene más presión para hacer más cosas a lo largo del día», detalla.

Es por ello que la terapia antitabaco debe incluir un tratamiento psicológico que controle esas variables para conseguir que la persona deje de fumar.

Años atrás, los fumadores presentaban solo -como regla general- problemas físicos y enfermedades habituales de los fumadores (dificultades respiratorias, mayor cansancio…).

«La gente fuma por algo y esas variables que le llevan a consumir tabaco tienen que quedar controladas para que no recaiga. La estrategia psicológica pasa por reorganizar su vida para que no consuma», añade. Si las relaciones familiares fallan, la terapia debe ayudar a mejorarlas, de lo contrario, estas tensiones podrían impulsar al exfumador a volver a caer en el tabaco, explica a este diario Elisardo Becoña.