La historia de los hongos alucinógenos y los Aztecas tiene un centro divino. Es decir, los hongos no eran consumidos de forma recreativa por los ciudadanos, sino que sólo se comían en ocasiones especiales, como festivales y reuniones grandes, que tenían que ver con la adoración a los dioses, y entrar en conexión con ellos. De hecho, el hongo originado en mesoamérica que consumía esa sociedad era llamado Teonanácatl, que se traduciría como “el hongo de dios”, y no era la única sustancia psicodélica que acostumbraban consumir.

De acuerdo con testimonios de Fray Bernardino de Sahagún y Toribio de Benavente Motolinia, los primeros misioneros en acudir a las tierras Aztecas posterior a la conquista, los originarios tomaban chocolate antes de consumir los hongos con miel, ayunando previo a consumir lo que fue descrito como un “sacramento”, ya que se les permitía conectar con los dioses. Sahagún describió al Tenonáncatl como “un pequeño hongo negro que llaman nanacatl, que ejercía en los indígenas de manera terrorífica, excitante, perturbante o imprimía en ellos una alegría notoria». Asimismo Francisco Hernández, médico de la Nueva España describió tres tipos de hongos, señalando unos como que provocan risa, otros que causaban visiones de demonios y guerras, y otros que se usaban para fiestas. “Tenían otra manera de embriaguez que los hacía más crueles”, señaló Motolinia.

Seguir leyendo>>