Jóvenes iraníes hacen fila para recibir metadona para ayudarlos a terminar con años de drogadicción. En otras partes del edificio, un hombre pálido y barbudo yace inmóvil en una cama, con sus ojos cerrados, después de comenzar la desintoxicación.

En el edificio de ladrillos amarillos del centro de Teherán, una organización no gubernamental iraní está ayudando a que personas dejen el hábito y está combatiendo el abuso de narcóticos que asola las vidas de miles de personas y destroza familias.

La escala del abuso de drogas en Irán, que se extiende a ambos lados de una importante ruta de contrabando, es un problema que el conservador Estado islámico comparte con Estados Unidos y sus otros enemigos occidentales. «Estamos muy atareados aquí», dijo la enfermera Mariam Zahab, preparando pequeños paquetes de metadona en polvo para quienes esperan por la dosis semanal del sustituto de la heroína u opio en la clínica administrada por la Sociedad Aftab.

«Es un gran problema y está creciendo, lo vemos, lo vivimos», dijo la mujer de mediana edad vestida en un holgado hijab, sentada detrás de un escritorio de madera en el espartano establecimiento de Aftab.

Irán comparte 900 kilómetros de frontera con Afganistán, el mayor productor de semillas de amapola del mundo, la cual es el ingrediente clave para la heroína.

La producción de opio allí creció tanto como en un 50% el año pasado, para suministrar más del 90% de la heroína mundial, según un cálculo de Naciones Unidas.

Uno de los pacientes de Aftab dijo que ahora era más fácil encontrar narcóticos en Teherán que alcohol, también prohibido en el país. «He usado drogas por 18 años, marihuana, opio y heroína», señaló Vahid, de 35 años, que al igual que otros en el lugar se resiste a dar su nombre completo.

Las edades bajan

El más alto funcionario anti drogas de Naciones Unidas en Teherán dijo que se estimaba que de una población total de 70 millones en Irán, entre 1.2 a 2.0 millones consumen drogas. «Irán está experimentando una mayor presión por parte de los traficantes», dijo Roberto Arbitrio, representante en Irán de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Miles de policías iraníes han muerto en enfrentamientos con traficantes fuertemente armados desde la revolución islámica de Irán en 1979, pero la heroína y el opio siguen fluyendo por la frontera oriental. Los expertos dicen que la disponibilidad y el bajo precio, emparentados con falta de trabajo y lúgubres pronósticos económicos para muchos de la creciente población juvenil de Irán, son factores que avivan el consumo. «Esto es muy peligroso, las estadísticas suben y las edades bajan», dijo el director de Aftab, Parviz Maleki.

Las autoridades están dando señales de determinación para actuar, fortificando la remota frontera con Afganistán y Pakistán, por medio de la construcción de largos terraplenes de roca y tierra y cavando profundas zanjas en un intento por detener a las pandillas criminales.

«Durante años, hemos sido testigos de un aumento en contrabando de drogas», dijo un alto funcionario de la oficina del fiscal de Irán, Nasser Seraj.

Como parte de otra campaña, los medios iraníes informaron que los adictos que no se someten a tratamiento voluntario serán rodeados y llevados a campamentos en Teherán y alrededores.

Arbitrio dijo que Irán estaba redoblando sus esfuerzos anti drogas y que había desarrollado estrategias de prevención y tratamiento relativamente avanzadas, un sistema apoyado por una red de organizaciones no gubernamentales como Aftab, que fue fundada en 1998 y dice ser la primera ONG iraní concebida contra el uso de narcóticos después de la revolución hace 28 años.