El hecho de que la cocaína no genere síntomas de dependencia puede suponer una arma más letal de lo que parece a simple vista. El médico de ACAT, José Miguel Arce Trueba, indicó que la gente «se confía», ya que si hace un pequeño paréntesis no les entra el «mono», como ocurre con los opiáceos (tipo la heroína), «pero realmente no es así, el mal ya está hecho y no saben salir sin consumir». Y del consumo del fin de semana pasan al diario. «Es lo que llamamos «falsa percepción del control de la sustancia»», apuntó.

Los síntomas de los cocainómanos son psicológicos, «padecen ansiedad, insomnio, cambios del ritmo vital… Pero todo ello en un grado muy elevado que les altera totalmente la vida».

Otro de los síntomas más preocupantes de esta droga son los brotes psicóticos. «Los padecen aquellos con un alto nivel adictivo. Lo más frecuente es que se dé en aquellas personas con una predisposición genética a la psicosis que no se les manifestaría si no fuera por la estimulación de la droga», agregó Arce.

Una posible solución («pero en una fase muy experimental») sería la vacuna monoclonal, «actuaría de forma que la cocaína no hiciera efecto en el sistema nervioso».

El tratamiento actual es psicológico con la indicación de algún tranquilizante para calmar la ansiedad.

La heroína

Otra cuestión muy distinta son los efectos que la heroína produce sobre el cuerpo humano. «En cuanto el cuerpo siente que falta se desencadena el síndrome de abstinencia. La heroína (y también el cannabis, como se ha demostrado, o los tranquilizantes) tiene un receptor diana en el sistema nervioso, cosa que no ocurre con la cocaína», explicó.

Su tratamiento se basa en una fase de desintoxicación de diez días, en la que se recetan opiáceos de farmacia, que con una mínima dosis van sustituyendo el uso de la heroína, más tranquilizantes. Tras esto llega la fase psicológica. Pero los problemas de los consumidores cronificados van más allá. Su dependencia se complica con muchas otras patologías, como problemas hepáticos (hepatitis B ó C), metabólicos, disminución del sistema inmunológico (Sida)…

A estas personas «hay que tenerlas muy en cuenta y proporcionales no solo un tratamiento de metadona, sino también un tratamiento complementario que ayude a la persona a recuperar su calidad de vida», señaló la psicóloga del centro, Carmen Gómez Illa.