Las encuestas dicen que la cocaína es la droga que más está creciendo en consumo entre los españoles. Ahora la investigación ha demostrado que también es la que más urgencias médicas está ocasionando, si se exceptúan las intoxicaciones agudas por alcohol. Esta es la conclusión de un estudio realizado en el Hospital Clínic de Barcelona durante tres años consecutivos.

De 2002 a 2004, sólo en este centro sanitario ingresaron 745 pacientes (unos 223 al año) por consumo de la sustancia ilegal, el 53% durante los fines de semana. El 11% tuvo que quedarse hospitalizado, 19 casos precisaron cuidados intensivos y tres fallecieron.

Los autores del seguimiento, publicado en el último número de la revista «Medicina Clínica», fueron los primeros sorprendidos por el alto número de urgencias generadas por la droga en un solo centro. Las consultas aumentaron un 4% el primer año y un 30% durante el segundo. Santiago Nogué, jefe de sección de Toxicología del Clínic y uno de los firmantes del trabajo, junto con Eduard Sanjurjo, puntualiza que no se trata de un fenómeno aislado: «el consumo crece y el porcentaje de urgencias en otros hospitales es similar».

Para el especialista, su investigación «contribuye a objetivar el riesgo vital de una droga que se ha banalizado un poco porque se consume por vía nasal». La información que aporta el estudio da cuenta de su peligrosidad: además de ansiedad y agitación (motivo del 48% de las consultas) provoca palpitaciones y dolor torácico (11%), pero puede desencadenar insuficiencia renal, infarto de miocardio y trombosis cerebral con resultados letales.

El perfil del consumidor que acude al servicio de urgencias con una intoxicación aguda por cocaína es un varón (el 68%) cuya media de edad ronda los 31 años, que realiza el consumo con ánimo recreativo, preferentemente en fines de semana y por la noche o en las primeras horas de la mañana. A pesar de ello, se detectó una gran proporción de personas que toma cocaína en días laborables, lo que desvincula su uso del ocio. Además, el 38% había tomado también alcohol, el 14% opiáceos, el 13% cannabis y el 9% derivados de anfetamina, que pueden aumentar la toxicidad.

Los investigadores han constatado que, a pesar de estas alarmantes cifras, muy pocos afectados son derivados a un programa de deshabituación.