Casi siete millones de trabajadores agrícolas han muerto desde 1985 víctimas de sida en los 25 países más afectados por la epidemia en Africa, lo que ha afectado a la capacidad de alimentación y de consumo de las familias, agravando la crisis alimentaria del continente.

Así lo denunciaron hoy en Ginebra la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA (ONUSIDA), que reclamaron medidas para paliar este círculo vicioso.

El director general de la FAO, Jacques Diouf, y el director ejecutivo de ONUSIDA, Peter Piot, han presentado un informe mixto que insta a las instituciones agrícolas a implicarse en la lucha contra la enfermedad, con motivo de la reunión de 2003 del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), que se celebra en Ginebra hasta el 25 de julio.

«Las instituciones agrícolas necesitan responder urgentemente a la epidemia de VIH/SIDA, que continúa asolando muchas zonas rurales en los países en desarrollo y poniendo en peligro el derecho a los alimentos de millones de personas», afirmó la FAO.

Según los datos de la organización, cerca de 30 millones de los 42 millones de personas seropositivas o que padecen la enfermedad residen en África subsahariana, y la mitad de ellas en zonas rurales y en 2002, aproximadamente otros cinco millones de personas se infectaron.

TRES MILLONES EN UN AÑO

«En el último año la epidemia se cobró más de tres millones de vidas, principalmente jóvenes que sostenían a su familia», señala el informe. Los datos de la FAO revelan que en los hogares afectados por la enfermedad el consumo de alimentos se ha reducido en un 40 por ciento.

Así, la epidemia se ha cobrado numerosas víctimas entre la comunidad agrícola y podría provocar otros 16 millones de muertes hasta 2020. En su mayor parte, esas personas vivían en países de ingresos bajos y deficitarios de alimentos.

«La mayoría de los países africanos más gravemente afectados por el VIH/sida son también los que dependen en alto grado de la agricultura», declaró Piot, añadiendo que «en esos países, para muchas familias rurales, el sida ha hecho que lo que solía considerarse escasez de alimentos pase a convertirse en crisis alimentaria».

Por su parte, Diouf hizo hincapié en que el sida agrava el «cículo vicioso» del hambre y la pobreza. «En los lugares donde los campesinos y sus familias caen enfermos, ésos cultivan menos tierra y cambian a cultivos con menos mano de obra y menos nutritivos, la productividad agrícola disminuye y el hambre y la malnutrición van en aumento», precisó.

El problema adquiere tintes más graves para la poblacion infantil, ya que «muchos niños se quedan huérfanos antes de aprender a llevar su explotación agrícola, preparar los alimentos y sustentarse a sí mismos». «En las zonas más afectadas ya se ha comunicado una malnutrición grave entre los huérfanos», advirtió.

CAMBIO DE ENFOQUE DE PRODUCCION

Por ello, FAO y ONUSIDA consideran necesarios cambios en el enfoque de producción agrícola en estas regiones, porque cada vez son más las personas mayores, mujeres y niños que asumen tareas anteriormente realizadas por adultos jóvenes en las zonas rurales.

Así, consideran que los presupuestos de los ministerios de agricultura reflejen los costes directos e indirectos de la enfermedad y la necesidad de adoptar medidas de respuesta.

En este sentido, Piot apostó por programas específicos de apoyo a las mujeres, porque «en África austral componen cerca del 50 por ciento de la mano de obra agrícola». «Cuando fallece una mujer, la seguridad alimentaria del hogar cae en picado, porque la mujer es fundamental para dar de comer a la familia. Las mujeres deben tener acceso a la atención de salud y la educación, a planes de crédito, y a la igualdad de condiciones en el empleo y en los derechos de sucesión,» añadió.

Según Diouf, «las mujeres también necesitan tener los mismos derechos a la tierra, los créditos y la educación que el varón». Además, «es necesario desarrollar arados y herramientas más ligeros que puedan utilizar los niños de mayor edad, las mujeres y las personas mayores, así como mejorar las variedades de semillas que requieren menos trabajo de deshierbe».

La FAO afirmó que está reforzando sus programas destinados a apoyar a las comunidades rurales para reducir su vulnerabilidad frente al sida y ha asistido a más de 250.000 familias afectadas por la enfermedad y la sequía en el sur de África.

Sus esfuerzos se centran en la seguridad alimentaria, la nutrición, el fortalecimiento de las redes de seguridad social y económica, el desarrollo de capacidades, el enfrentamiento de las necesidades de los huérfanos rurales y los niños vulnerables, y el fomento de la igualdad entre los sexos.