Ayer se cumplieron 77 años de la creación de Alcohólicos Anónimos, institución que hoy cuenta con miles de filiales en todo el mundo, donde se recuperan personas sin distinción de edades ni sexos. Rubén es un alcohólico recuperado santiageño, que en esta conmemoración tan particular recuerda la importancia que tuvo en su vida el grupo y el cambio que hubo en su vida.

«Llegué buscando y clamando ayuda, mi mente a través del organismo reclamaba alcohol. Me recibieron cordialmente y me brindaron la esperanza de que, así como ellos, yo podía llevar una vida libre, sin ser esclavo del líquido enervante», asegura.

Asegura que «el asunto era vivir sobrio, sin consumir una gota de alcohol, día tras día y me dijeron que debía ser obediente, no tomar la primera copa y asistir a las reuniones. Que debía admitir que el alcohol me había derrotado y jamás podría ser un bebedor social. Debía hacer a un lado de mi mente los sentimientos de culpa que me atormentaban, porque yo fui una víctima más del alcoholismo».

Tras asegurar que era un enfermo y «sólo podía recuperarme y no curarme» porque se es alcohólico para siempre, cuenta que aceptó el desafío porque vio que sus compañeros estaban haciendo un esfuerzo para lograrlo.

«Así fui aceptando y cumpliendo con las sugerencias del grupo, leyendo libros de Alcohólicos Anónimos y tuve que practicar aquellos pasos sugeridos para dejar de beber: poner mi voluntad al cuidado de Dios, hacer un inventario moral, escribirlo, viendo mis defectos de carácter que salieron a relucir con el alcohol. Admitir ante Dios, ante sí mismo y ante otro ser humano la naturaleza exacta de mis errores o faltas y defectos», relató.

Reconociendo ante su padrino y ante confidentes del grupo, Rubén pudo llegar hasta el paso 12 que le enseñaba «la alegría de vivir sin alcohol y ser útil al alcohólico que aún sufre».

«Aprendí a servir al grupo como un miembro más y que mi existencia sería vana si no regalaba todo lo que había aprendido para ayudar al alcohólico (que como yo) llega en por socorro para salvarse de las garras del alcohol. Doy gracias a Dios y mis compañeros que me ayudaron a librarme de mi adicción y ser un milagro más de la obra de Él a través de AA, la única solución que encontré para liberarme de mi alcoholismo», concluyó.