No es nuevo. La industria del tabaco lo lleva haciendo desde hace décadas. Presionar con todas las armas posibles para evitar que los gobiernos pongan freno a la epidemia del tabaquismo, que mata al año a ocho millones de personas en el mundo. Pero en los últimos años, esas tácticas se han incrementado. Así, por ejemplo, durante la pandemia de la covid, se ganó el favor de muchos gobiernos al ofrecer unas donaciones bienvenidas en un periodo de gran incertidumbre y presionó para seguir vendiendo sus productos y demorar cualquier regulación al respecto.

Así lo indica el informe Índice global de interferencia de la industria tabacalera del 2021 , elaborado por el Centro Global para la Buena Gobernanza en el Control del Tabaco, una de las organizaciones que analizan la actuación de los gobiernos frente a las presiones de las tabacaleras tal y como se establece en el convenio marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El resultado de estos informes anuales revela que la industria sigue actuando a veces en la sombra, en otras ocasiones, de cara, para evitar cualquier medida contraria a sus intereses. La OMS lleva advirtiendo a los gobiernos sobre estas maniobras de manera clara y contundente e insta a combatirlas en defensa del interés general. “La industria tabacalera tiene décadas de experiencia en operar lejos del ojo público. A pesar de que estas tácticas encubiertas continúan, en los últimos años la oposición se ha vuelto más agresiva y abierta. Incluye cada vez más la acción contraria directa contra las políticas y las estrategias promovidas por el marco contra el tabaco. El objetivo es ampliar la esfera de influencia para llegar a todos los niveles y sectores de gobierno, así como a grupos no gubernamentales, incluidos el sector privado y la sociedad civil, mientras tratan de comparecer ante políticos y el público como contribuyentes indispensables para el bienestar económico y social”, señala la OMS.

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