Según los datos de la última Encuesta Nacional de Salud (2006-2007) el 29,5% de los adultos españoles son fumadores. Actualmente se estima que el consumo de tabaco ocasiona 5 millones de muertos en el mundo cada año y es incuestionable que representa un problema de salud pública de primer orden. El tabaquismo activo es responsable de la mayoría de los casos de cáncer de pulmón, laringe, esófago y de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). También tiene una relación muy directa con el cáncer de vejiga, la enfermedad coronaria (angina de pecho e infarto de miocardio) o el ictus (trombosis cerebral), entre otros. Además puede empeorar la evolución y pronóstico de una amplia lista de enfermedades.

Los efectos sobre la salud provocados por la inhalación pasiva del humo de tabaco han sido recientemente evaluados por los Centers for Diseases Control and Prevention concluyendo que puede asegurarse su relación con la muerte súbita del lactante, las enfermedades del tracto respiratorio, la otitis media, el cáncer de pulmón o la enfermedad coronaria. Los patrones de consumo están evolucionando con el paso del tiempo. Así, mientras en los países más desarrollados el consumo de tabaco ha descendido en los últimos años, en muchos lugares del resto del mundo cada día se fuma más con lo que la industria tabaquera tiene garantizados sus ingresos. Los hombres siguen fumando más que las mujeres, pero las distancias se están acortando. También es muy preocupante la alta incidencia de tabaquismo en los jóvenes y en las clases sociales marginales.

Afortunadamente existen recursos eficaces de prevención, control y tratamiento del tabaquismo que incluyen medidas legislativas, políticas, económicas y socio-sanitarias.

SÍNDROME DE APNEAS OBSTRUCTIVAS

Aunque con una trayectoria más corta en la historia de la medicina, el síndrome de apneas obstructivas durante el sueño (SAOS) también se ha convertido en objetivo prioritario para las autoridades sanitarias. Afecta al 2-6% de la población adulta (aproximadamente un millón de españoles) y hay que destacar aunque la mayoría de los pacientes están sin diagnosticar. También los niños pueden padecerla (1-3%). Esta entidad es mucho más frecuente, aunque no exclusiva, en obesos y roncadores y aumenta con la edad. Afecta más a varones pero las mujeres también la sufren, sobretodo tras la menopausia.

El síndrome se caracteriza por síntomas y signos debidos a la presencia de episodios repetidos de obstrucción de las vías aéreas durante el sueño secundaria al colapso intermitente de las partes blandas a nivel de la garganta. Llamamos apnea a una parada en la respiración que dura más de 10 segundos. Esta enfermedad se manifiesta por síntomas nocturnos (ronquido intenso, sueño inquieto, fragmentado y sobresaltado con pausas de apnea…) y síntomas diurnos (somnolencia excesiva, cansancio, dificultad para la concentración, alteraciones en la capacidad sexual ).

En definitiva, el proceso se traduce en un deterioro muy significativo de la calidad de vida. Por otro lado, el SAOS también aumenta el riesgo para desarrollar hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares (angina de pecho, infarto de miocardio) o cerebrovasculares (trombosis cerebral), enfermedades endocrinas, estrés oxidativo, fenómenos inflamatorios y alteraciones en la coagulación entre otros…

Se ha demostrado que a partir de 30 apneas/hora de sueño existe un importante aumento de la mortalidad por esta enfermedad y que este riesgo se acentúa notablemente a partir de 50 apneas/hora de sueño fundamentalmente en personas de 30 a 50 años. El tratamiento de primera elección para el SAOS, además de la recomendación de perder peso consiste en la colocación de un aparato para dormir llamado CPAP. La CPAP es un compresor que introduce aire a través de una mascarilla nasal a una presión determinada en la vía aérea capaz de evitar la obstrucción. En algunos casos puede recurrirse a la cirugía (por ejemplo extirpación de las amígdalas en niños).

TABAQUISMO Y SÍNDROME DE APNEAS DEL SUEÑO

Se ha sugerido que el tabaquismo puede ser un factor de riesgo para desarrollar SAOS por dos mecanismos: el primero se basa en que la inflamación local producida por el tabaco es capaz de estrechar las vía respiratoria haciéndola mas vulnerable a la aparición de apneas, el segundo se centra en la inestabilidad del sueño derivada del descenso de los niveles de nicotina en sangre durante la noche.

De los trabajos científicos que han estudiado esta relación, destaca el publicado en 1994 por el equipo de Wetter de la Universidad de Wisconsin en el que se comprobó que los sujetos fumadores padecían tres veces más SAOS que los sujetos que nunca habían fumado. Así, cuando un paciente es diagnosticado de SAOS debemos recomendarle que deje de fumar con el objetivo de ayudarle a estabilizar el sueño, así como de reducir la inflamación de la vía aérea evitando la obstrucción. Es popularmente conocido que el abandono del tabaco conlleva con frecuencia una ganancia del peso que, en teoría, podría empeorar el SAOS (la obesidad es el principal factor de riesgo para desarrollar SAOS).

En este sentido, podemos asegurar que este efecto, además de ser evitable, está ampliamente contrarrestado por los innumerables beneficios para la salud que reporta el abandono del consumo de tabaco.