La Comisión Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT) aprueba las intenciones de la ministra Salgado de «ir más allá» en las restricciones de fumar en el sector hostelero. Para las organizaciones sanitarias integradas en la CNPT, la experiencia ha demostrado que la prohibición de fumar en locales de ocio y hostelería no ha acarreado pérdidas económicas.

«Nosotros apoyamos cualquier medida que permita crear espacios sin humo, sean lugares de trabajo o de ocio», aseguró el presidente de la Comisión, Rodrigo Córdoba. «En muchos barrios y pueblos de España los no fumadores no cuentan con un local donde puedan tomar un café sin ser molestados por el humo», alegó Córdoba. El portavoz de los profesionales sanitarios cree que la ministra ha sido mal interpretada. En su opinión, Salgado abogó no tanto por ampliar la prohibiciones al cabo de un mes de implantación de la ley como por aprobar incentivos para que los propietarios de pequeños bares y restaurantes se animen a erradicar el humo de sus establecimientos.

Para Córdoba, hay muchos dueños de bares que han sucumbido a las presiones y han colocado el cartel de se «permite fumar» a los pocos días de haber colgado el contrario.

Los estudios corroboran que en Irlanda, Noruega, Suecia o Italia, países donde se ha prohibido fumar en los bares o existen muchas trabas para hacerlo, los beneficios empresariales no se han resentido. En Nueva York, por ejemplo, un año después de la prohibición, las ganancias en dichos locales aumentaron un 8,7%, al tiempo que hubo 10.000 empleos más.

Fumadores

Si al cabo de uno o dos años los bares y restaurantes de pequeño tamaño siguen siendo fumaderos, Rodrigo Córdoba apuesta por implantar medidas más drásticas, cosa que, según las encuestas, agradecería la mayoría de los españoles.

En cuanto a la guerra de precios que se ha desatado en el seno de la industria tabaquera, Córdoba aduce que las empresas han evidenciado una «falta de responsabilidad social». Con el abaratamiento de los precios, las empresas buscan «nichos de mercado entre los menores de edad, quienes en cuestión de meses corren el peligro de convertirse en adictos al tabaco durante 30 ó 40 años».