Las personas que son vulnerables a desarrollar alcoholismo presentan una respuesta cerebral distintiva al beber alcohol, según un estudio realizado por el profesor Marco Leyton, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de McGill, en Montreal (Canadá).

En comparación con las personas con bajo riesgo de problemas de consumo de alcohol, los de alto riesgo muestran una mayor respuesta a la dopamina en una vía cerebral, lo que aumenta el deseo de recompensa, como concluye la investigación, cuyos resultados publica la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Researchy que podrían suponer un paso importante hacia el desarrollo de opciones de tratamiento.

«No hay evidencia acumulada de que existen múltiples caminos hacia el alcoholismo, cada uno asociado a un conjunto distinto de características de la personalidad y características neurobiológicas», señala el profesor Leyton, investigador de la enfermedad mental y la adicción del Instituto de Investigación del Centro de Salud de la Universidad McGill (RI-MUHC, en sus siglas en inglés).

«Es probable que estas diferencias individuales influyan en una amplia gama de comportamientos, tanto positivos como problemáticos. Nuestro estudio sugiere que una tendencia a experimentar una respuesta grande a la dopamina cuando se consume alcohol podría contribuir a una (o más) de estas vías», añade este científico.

Para el estudio, los investigadores reclutaron a 26 bebedores sociales sanos (18 hombres y 8 mujeres), entre 18 y 30 años de edad, de la zona de Montreal. Se identificaron las cuestiones de mayor riesgo en función de los rasgos de personalidad y la menor respuesta de intoxicación al alcohol (sentirse menos borracho a pesar de haber bebido la misma cantidad) y cada participante se sometió a dos emisiones de positrones (PET), exámenes de exploración de positrones del cerebro después de beber zumo o alcohol (alrededor de tres bebidas en 15 minutos).

«Encontramos que las personas vulnerables a desarrollar alcoholismo experimentaron una inusual respuesta a la dopamina en el cerebro cuando tomaron una copa -indica Leyton-. Esta gran respuesta podría dinamizar la búsqueda de recompensa y contrarrestar los efectos sedantes del alcohol. Por el contrario, las personas que experimentan una mínima liberación de dopamina, cuando beben tienden a padecer los efectos sedantes del alcohol».

Y concluye: «Este efecto probablemente contribuye al motivo por el cual tomar una bebida aumenta la probabilidad de ingerir una segunda, la respuesta a la dopamina inducida por el alcohol hace que la segunda bebida resulte aún más deseable si algunas personas están experimentando respuestas a la dopamina inusualmente grandes de alcohol, lo que puede ponerlos en riesgo».