Jørgen inhala con fuerza cuando la aguja penetra la vena y exhala cuando la heroína llega a su torrente sanguíneo. Sus ojos se abren con un brillo de entusiasmo teñido por un profundo gesto de desaprobación.

En toda Europa, cada día miles de personas llevan a cabo este mismo ritual. Cientos de ellas lo harán, como Jørgen, en una habitación especialmente diseñada para el consumo de drogas. Pero ninguna de estas habitaciones está en el Reino Unido, donde los adictos a las drogas quedan relegados mayormente a callejones, casas donde se vende crack y habitaciones de pensiones.

Mientras la tasa de sobredosis en Europa cae, el  Reino Unido tiene en este momento el peor índice de muertes relacionadas con drogas de todo el continente: de las aproximadamente 8.000 personas que mueren en Europa a causa de las drogas, un tercio muere en Reino Unido.

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