El ministro del Interior británico, David Blunkett, anunció ayer miércoles, una reforma en la legislación sobre drogas que rebajará la peligrosidad que se atribuye al cannabis y despenalizará de hecho el consumo de esta sustancia. Esta medida equipara la marihuana con sustancias como los esteroides o los antidepresivos y supondrá que el portar consigo pequeñas cantidades de la droga ya no será motivo de detención. Blunkett dejó claro que no habrá cambios en la consideración del éxtasis y esta droga seguirá en la categoría de peligrosidad más alta.

Blunkett, presentó ante el Parlamento los detalles de propuesta para la reforma de la política contra la droga, destacando que «es importante recordar que los cannabis son sustancias dañinas que todavía requieren controles estrictos».

Según la nueva normativa, los consumidores de cannabis se arriesgan a una advertencia policial y a la incautación de la droga, siempre y cuando no amenacen el orden público o pongan en riesgo a niños y menores.

Así, el Gobierno pide poder clasificar los cannabis (marihuana y hachís) como drogas de la clase C, es decir las menos peligrosas, junto con los anabolizantes, esteroides y sustancias para el crecimiento hormonal. Anteriormente, los cannabis se encontraban en la clase B, junto con la anfetaminas y los barbitúricos. En la categoría A están las drogas más peligrosas, como la morfina, la heroína, la cocaína y el éxtasis.

Sin embargo, la propuesta contempla un aumento de las penas de cárcel para los traficantes de cannabis a un máximo de 14 años de prisión, frente a los 5 años de cárcel que se imponen ahora.

El ministro abogó además por la confiscación de los bienes de los traficantes de narcóticos, a la vez que rechazó las recomendaciones de un comité de expertos para rebajar el grado de peligrosidad del «éxtasis» a la clase B. «Todavía tenemos mucho que aprender sobre los daños a largo plazo que pueda causar, pero sabemos que el éxtasis puede matar», resaltó Blunkett.

En cuanto al consumo de cannabis, la policía podrá detener a los que consuman este tipo de droga en los casos que pueden ser una amenaza al orden público o para los niños y los menores de edad. En otros casos, la policía se limitará a confiscar la droga y hacer una advertencia al consumidor de la misma.

Pocas horas antes de la intervención de Blunkett ante el Parlamento, el encargado de la lucha antidroga del Gobierno, Keith Hellawell, presentó su dimisión por estar en desacuerdo con los cambios en la política contra los narcóticos.

El propio primer ministro británico, Tony Blair, tuvo que salir a la defensa del nuevo programa ante las punzantes críticas del líder de la oposición, Iain Duncan Smith. «Está claro que habrán divergencias de opinión en todas partes. Lo que sería absurdo es que todo el mundo opinara lo mismo», declaró Blair en el Parlamento, donde invitó a los diputados a escuchar las razones del ministro sobre la nueva política.

A ese respecto, Blunkett resaltó que la flexibilización de las normas para los cannabis permitirá a la policía concentrarse más en la lucha contra las drogas más peligrosas. «Tenemos que concentrar nuestros esfuerzos en las drogas que causan más daño y a la vez enviar un mensaje creíble a los jóvenes», dijo Blunkett.

El titular de Interior propuso también aumentar en cerca de 300 millones de euros el presupuesto para el tratamiento y rehabilitación de drogadictos y el lanzamiento de una campaña educativa sobre el daño que causan las drogas.

Según estadísticas del ministerio del Interior, en el año 2000 se registraron en el Reino Unido 104.400 incidentes de drogas, de los cuales un 67% fueron con cannabis y de estos 33.725 casos fueron resueltos con advertencias.