El Gobierno británico va a ir un paso más allá en su campaña contra el tabaco y se dispone a declarar ilegales las máquinas expendedoras de pubs y restaurantes, prohibir que los cigarrillos estén a la vista del público (deberán encontrarse debajo del mostrador) y suprimir las cajetillas mini de diez unidades, que al costar menos fomentan el consumo.

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El plan, que será anunciado esta misma semana por el ministro de Sanidad, Alan Johnson, es una réplica exacta del presentado el pasado miércoles por el Gobierno independentista escocés, y que se aplicará en ese país a partir del año que viene (en Inglaterra aún no hay fecha). «Se trata de una buena medida, y las buenas medidas está bien copiarlas», señaló un portavoz de la Administración Brown.

El propósito fundamental de este endurecimiento de la ley Antitabaco consiste en disuadir de fumar sobre todo a los más jóvenes. «Los adolescentes -dice Johnson- se dejan influir más fácilmente por la publicidad, unos doscientos mil menores de dieciséis años empiezan a fumar cada año y el 80% de los fumadores adultos se iniciaron en el vicio durante su adolescencia». El ministro admite que él mismo empezó cuando era joven gracias a los paquetes de diez cigarrillos.

La medida, para facilitar su tramitación legal y administrativa, es una suerte de extensión de la prohibición de anunciar tabaco en paneles publicitarios, revistas o acontecimientos deportivos, ampliando ahora la interpretación a los comercios. Aunque en un principio se puede antojar raro no ver tabaco detrás de los mostradores de tiendas y supermercados, también parecía en su día extraordinario que una figura icónica como el Marlboro Man de los anuncios desapareciese del paisaje, y ahora su ausencia resulta perfectamente normal. El argumento del Gobierno laborista para prohibir las máquinas expendedoras es que imposibilitan el control de la edad del comprador y ya han sido suprimidas en otros países europeos con resultados positivos.

Se trata de un nuevo paso en la serie de decisiones radicales tomadas durante la última década para mitigar el hábito del tabaco. Irlanda fue la pionera en las islas Británicas con un plan que, según las estadísticas ofrecidas por el Gobierno de Dublín, ha reducido el consumo sin provocar ningún trauma social ni perjudicar a bares y restaurantes; Inglaterra prohibió fumar en lugares públicos en julio del año pasado; Escocia aplicó la medida antes, hace ya dos años; y hace seis meses elevó la edad legal para comprar tabaco a los 18 años.

La proporción de fumadores ha bajado del 28% al 25% en el Reino Unido en los últimos tres años, y el Gobierno de Gordon Brown quiere que esa cifra sea del 21% en el año 2010 con la ayuda de las nuevas medidas, calificadas de «orwellianas» por sus detractores. El hábito es especialmente fuerte entre el grupo de edad de los 20 a los 24 años.