Un nuevo estudio elaborado en Suecia revela que los jóvenes poco valorados o marginados por sus compañeros tienen alta probabilidad de convertirse en adultos fumadores. Investigadores de la Universidad de Estocolmo, utilizaron una base de datos con información de más de 15.000 suecos, desde su nacimiento hasta su edad adulta.

Estos tomaron los datos de 2.329 sujetos que fueron entrevistados a los 13 años sobre su estatus entre sus compañeros y que habían vuelto a ser entrevistados a los 32 años sobre su hábito con el tabaco.

Los resultados arrojaron que mientras más bajo era el estatus de la persona entre sus compañeros, más propensa era el sujeto a ser un fumador habitual (menos de 20 cigarrillos al día) o fumador en exceso (más de 20 cigarrillos) durante la edad adulta.

A diferencia de otros estudios, este publicado en la revista «Addiction», no le preguntó directamente a la persona sobre su propio estatus, sino que se les pedía a los grupos de clases que nominaran a tres alumnos«con los que más le hubiese gustado trabajar en el colegio». Basados en la respuesta de los alumnos de cada escuela, los investigadores identificaron de acuerdo a las nominaciones la clase de estatus que estos tenía.

Si el alumno no recibía ni una nominación se trataba de un estudiante «Marginado», una nominación lo catalogaba como «Pereférico», con dos o tres estaba «Aceptado», entre cuatro y seis veces se trataba de uno «Popular» y más de siete, era el «Favorito de la clase».

Los alumnos con pocas nominaciones fueron asumidos como los menos aceptados o respetados por su grupo.

Según los investigadores, hay varias razones por las que estos niños se convierten en fumadores. Primero, estiman que los adolescentes marginados se creen su estatus y esto afecta sus perspectivas y aspiraciones, que puede influir en sus decisiones, una de estas fumar.

También señalan que los marginados son más propensos a adoptar conductas controvertidas, como el tabaco, mientras que los «favoritos» cumplen con expectativas sociales de buena conducta.

Los jóvenes no aceptados pueden empezar a fumar como «una opción para llamar la atención y conseguir popularidad», que luego se convierte en una adicción que continúa en la edad adulta.