La última «Encuesta sobre drogas en la población escolar» ha puesto de manifiesto un notable incremento del consumo de hachís entre jóvenes de 14 a 18 años. Gonzalo Robles, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, comenta algunas de las medidas previstas para atajar un problema que afecta a la mayoría de países occidentales.

¿No cree que se está sobrevalorando el poder de influencia del «lobby del cánnabis»?

– Hay una tendencia de décadas en el que el cánnabis ha formado parte de diferentes estrategias. Aparece vinculado a movimientos culturales, musicales e ideológicos. Hay gente que tiene intereses económicos porque detrás de ello hay empresas, franquicias o tiendas. Hay una posición, no ideológica, pero sí una postura respecto a lo que es el concepto de salud, de la libertad, que es muy equivocada. El cualitativo demuestra que los jóvenes saben muy poco de lo que es el porro, y que tienen grandes dosis de confusión. Creo que cualquier política de salud pública obliga, como hacemos con el tabaco, a trasladar una información rigurosa, seria, y que la gente decida en libertad real, no en la libertad aparente.

¿Qué otros factores pueden haber incidido en el auge del consumo del hachís?

– El intento de minimizar sus efectos y de vincularlo a efectos terapéuticos. Todo eso genera una gran confusión. Los expertos saben que en prevención hay que ser claros. Y, en cambio, esta confusión ha hecho que se reduzca la percepción del riesgo.

Y qué importancia tiene el hecho de que España sea una importante puerta de entrada del hachís.

– La situación de España no es distinta a la del resto de Europa. En todos, el consumo del cánnabis ha crecido exactamente por las mismas razones: por una bajada en la percepción del riesgo. También es verdad que nosotros tenemos el problema adicional de que prácticamente todo el hachís que se produce en el Norte de África tiene que pasar o bien por la península, o bien por nuestras aguas territoriales. Y eso hace que haya una mayor facilidad de acceso. Pero, aun así, no somos el país en el que más se consume de la Unión Europea, estamos en la franja media. No es un consuelo, simplemente lo que se trata es de analizar que está pasando, y este es un fenómeno global.

En el policonsumo han observado una estrecha relación entre alcohol, tabaco y cánnabis. ¿Han contemplado la posibilidad de que parte del consumo del alcohol, que se ha reducido, se haya trasladado al cánnabis?

– No creo que haya sido así. Lo que funciona es el fenómeno: el uso recreativo de las drogas. El que consume y lo integra en su ocio, es porque entiende esa forma de desarrollar su ocio, sin límites, desenfrenado, intensivo, o que se busca rápidamente. Por lo tanto, las sustancias son el instrumento no el fin. Una cosa es que unas sustancias lleven más fácilmente a otras, pero no es un tema de traslación. Tenemos que preocuparnos por el consumo de cánnabis pero tampoco debemos fustigarnos en exceso pensando que las políticas no funcionan. Lo que dice la última encuesta es precisamente lo contrario: que las políticas de prevención mantenidas en el tiempo sí que funcionan. Hemos pasado muy por encima que baja el alcohol, baja el tabaco, las pastillas, los psicoestimulantes. Todas las demás sustancias bajan sus consumos. Y además aumenta la percepción de riesgo y se retrasa o se estabiliza la edad de los consumos.

El ministro del Interior, Ángel Acebes, anunció la formación de una comisión de expertos para el tema del hachís. ¿Podría precisar algo más en que consistirá?

– Es un tema lo suficientemente complejo como para que reflexionemos con los expertos jurídicos, sanitarios, nacionales e internacionales, que puedan arrojarnos luz de cómo mejorar las respuestas tanto educativas y preventivas, como también las más importantes de carácter legislativo o legal. Hay cosas que se escapan de las legislaciones nacionales e internacionales y hay que analizar con más profundidad.

¿Por donde irían esas modificaciones legales?

– Hay temas que analizar, por ejemplo, todo el tema de las semillas. En las convenciones de 1961 no quedaron contempladas. Se hizo la fiscalización del principio activo, no tanto de la planta o de las semillas. Se fiscalizó el THC. Como la semilla tiene un bajo contenido en THC quedó al margen. Hoy sabemos que la semilla es un precursor necesario para que haya una planta. Hay otras sustancias que han sido fiscalizadas en legislaciones posteriores como son los precursores químicos, cuando han aparecido las drogas químicas. Hay que ir a la fiscalización de las semillas, a todo lo que significa el cultivo, lo que significa el fomento de la cultura, la apología del consumo.

Los juristas señalan que al no ser delito el consumo de cualquier droga no es susceptible de ser sancionada su apología

– Por eso estoy diciendo que es muy delicado. El consumo en España no es un delito. Solamente está tipificada una sanción administrativa cuando se realiza en público. Sí que se puede hacer un cambio en la legislación. No se trata de tipificar el consumo como un delito. Eso sería un paso atrás. Estamos hablando de una conducta individual que cada uno tiene que saber aplicar. Otra cosa es que debamos fomentar una cultura de la salud. Hoy lo hacemos con el tabaco y nadie se rasga las vestiduras.

En cualquier caso se va a diferenciar entre el uso recreativo y el uso terapéutico

– Es tan obvio como que nosotros financiamos estudios de investigación. Desde hace cuatro años, ya están financiándose en España estudios sobre el cánnabis. No tiene nada que ver la investigación, la salud pública, con el uso recreativo de las drogas.

Convertir el hachís en clandestino ¿no alimentaría el espíritu trasgresor de los escolares?

– No creo. Para muchos jóvenes socialmente el cánnabis no está oculto. Lo consiguen con normalidad. En otras drogas, como las pastillas, hemos conseguido, aumentando la información y apercibiendo el riesgo, que disminuya. Puede haber un componente de trasgresión, pero los estudios dicen que esa no es la razón. La idea mayoritaria es la de divertirse. No es contracultural, no hay nada de marginación, no hay nada como en otras épocas que vaya en esa dirección.

«No sabes lo que te metes»» es el lema de la nueva campaña de sensibilización que la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) va a poner en marcha durante los meses de agosto y septiembre. Dirigida a jóvenes de 14 a 25 años, pretende prevenir los consumos de drogas de síntesis y cocaína.

«El mes de agosto es especialmente proclive a que los jóvenes consuman un tipo de drogas que califican de lúdicas», señaló el director general de la FAD, Ignacio Calderón. La campaña consta de un anuncio de televisión y dos cuñas de radio que serán emitidos gratuitamente por televisiones y radios de ámbito nacional, autonómico y local. En el eslogan se ve una mano sujetando una pastilla. Una voz en «off» advierte: «No sabes lo que te metes». La mano gira y detrás de la pastilla aparece un clavo.

El «spot» de televisión trata de incidir en uno de los aspectos de riesgo más extendidos entre los preparados de drogas: la adulteración. «Las sustancias adulteradas multiplican gravemente el daño en el organismo», advirtió Calderón.

Según los últimos datos recogidos por el Observatorio Español sobre drogas, el consumo de drogas de síntesis, que había mostrado una cierta tendencia a la baja entre 1996 a 1998, se ha vuelto a incrementar entre esta última fecha y el año 2000. A la fecha de hoy, el 8% de los jóvenes de 15 a 24 años confiesa haber probado éxtasis («pastis» o «pirulas») alguna vez.

Según este mismo observatorio, las motivaciones expresadas por los jóvenes para su consumo son la diversión (46,1%), experimentar nuevas sensaciones (39,5%) y bailar (22,9%). Las «pastillas», la cocaína o el alcohol se consumen preferentemente los fines de semana, en ambientes festivos y en compañía de amigos. Según la FAD, los meses de verano constituyan una época de riesgo específico.