Bien podía haber sido al revés, pero fueron los científicos y los directivos de la salud, y no las empresas del sector, los que tomaron la iniciativa. El resultado es que el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos da cobertura hoy a un ensayo para intentar demostrar que ingerir bebidas alcohólicas con moderación es saludable. Casi 8.000 voluntarios mayores de cincuenta años, de distintos puntos del mundo, han sido divididos durante un decenio entre quienes no prueban una gota y aquellos que se sirven una pequeña cantidad diaria. La polémica irrumpe al comprobar que las decenas de millones de dólares con las que se financia el experimento provienen de las grandes compañías licoreras. Al margen de la discutida credibilidad de un estudio cuyas conclusiones pudieran favorecer notablemente a sus patrocinadores, el llamativo protagonismo de médicos y responsables públicos para ponerlo en marcha está en tela de juicio.

Todo comenzó en el lujoso hotel Breakers de Palm Beach, en Florida, un día de 2014. Dos destacados científicos, Kenneth J. Mukamal, profesor asociado de medicina en Harvard, y John Krystal, un neurólogo formado en Yale, fueron los encargados de presentar las bondades del ensayo llamado a demostrar lo que ambos tenían entre sus convicciones médicas: que un consumo moderado de alcohol genera beneficios para la salud, especialmente cardiovasculares. La presencia en el acto de directivos de los Institutos Nacionales de la Salud (NHI, por sus siglas en inglés), el organismo público con más presupuesto público del país, con una inversión anual en investigación de 30.000 millones de dólares, avalaba la futura puesta en marcha del trabajo. Según el relato del «New York Times», representantes de las compañías licoreras casi copaban el público asistente, al que se ese mismo día se empezó a reclamar financiación, hasta intentar completar los cien millones de dólares que precisaba el estudio. Mukamal lo planteó de una forma que, por la expectativa que generaba, habría hecho las delicias de los empresarios licoreros: «Un experimento definitivo es una oportunidad única para demostrar que el consumo moderado de alcohol reduce el riesgo de enfermedades comunes. Tenemos razones para sospechar eso, pero es necesario ese nivel de evidencia para que pueda ser recomendado como parte de una dieta saludable».

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