En los ochenta, la «generación de la heroína», que hizo y sigue haciendo llorar a tantas madres, tenía su «razón» de ser, en la mayoría de los casos, en el paro, la marginación, las dificultades económicas… Los tiempos han cambiado. ¿Por qué se drogan ahora los jóvenes? «Por diversión», contesta el sociólogo Eusebio Megías, director técnico de un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).

Este informe concluye que los valores imperantes en la sociedad española actual -el consumismo, el hedonismo, la competitividad…- son un caldo de cultivo excelente para que los adolescentes empiecen a coquetear con las drogas. «Los valores de nuestros hijos no difieren de los nuestros. Si fomentamos el consumismo ¿quién puede decirles lo que han de consumir y lo que no? Los adultos tienden a atribuir a los jóvenes los ideales positivos que no asumen para sí. Los padres afirman que sus vástagos son solidarios, altruistas, y los jóvenes se preguntan: «¿quiénes?, ¿nosotros?»», añade Megías.

Desde la infancia

El objetivo de este estudio -realizado sobre 2.800 personas y ocho grupos de discusión, y extrapolable a la población española de 15 a 65 años- es «poder ofrecer una fotografía, una clara visión de cómo es en realidad esta sociedad, para que cada uno sepa lo que puede hacer en privado a la hora de prevenir no sólo la drogadicción, sino la violencia, la intolerancia y el fracaso escolar. Nadie quiere tener un hijo con problemas de consumo de drogas, así que lo bueno es empezar a educar desde edades tempranas», explica el director general de la FAD, Ignacio Calderón.

Los progenitores saben de la importancia de inculcar en sus hijos la solidaridad, la tolerancia, la cooperación… Lo ven como algo ideal, políticamente correcto, pero irrealizable en un contexto social que lo convierte en «imposible», según el estudio. Ellos entronizan al orden, la seguridad y los beneficios personales como valores relevantes y, por ello, transmiten unas ideas relacionadas con el triunfo individual: éxito social, disfrute del presente, competitividad, diversión, bienestar… «Dicen «sí, es muy importante que mi hijo aprenda a pensar en los demás, pero tampoco quiero que le pisoteen en una sociedad tan competitiva», y le educan para eso, sin pensar que luego los problemas vendrán por otro lado», señala Megías.

El ahorro, el esfuerzo, la disciplina y la religión no están de moda, según las respuestas de los encuestados, que ponen el énfasis en «vivir al día», apurar el presente, despreocuparse del futuro, buscar el placer inmediato… La conclusión del estudio es clara: «Los valores dominantes de la sociedad española favorecen los nuevos patrones juveniles de consumo de drogas, basados en la diversión y el placer. Es difícil limitar esos consumos si no se cuestionan primero los valores dominantes. Resulta paradójico que la sociedad adulta pida el «no consumo» cuando el contexto social contribuye a crear unos condicionantes que los favorecen».

Una «no persona»

Prueba de esta contradicción es el fenómeno del «botellón». «Aunque se suele describir como un comportamiento extraño y antisocial, es visto a la vez como algo propio de la juventud, hasta el punto de que el joven que no se une a esta liturgia es tratado y empieza a considerarse «raro»», añade el estudio.

También arroja luz el hecho de que los encuestados, al ser preguntados por la visión que ellos tienen del típico «yonqui» o heroinómano, en su mayoría lo definieron como una «no persona»: le negaron socialmente. La cosa cambió al plantearles la misma pregunta, pero referida a una persona que se emborracha, se toma una «rayita» el fin de semana o se «come» unas pastillas… «Le atribuían incluso algunos valores positivos. Aquí se ve de nuevo la ambigüedad de la sociedad adulta: «son jóvenes y todos hemos sido así; es normal, ya se les pasará»», destaca Megías.

«Los jóvenes piensan que si el mundo les ve así, será que son así. Emplean, además, un peligroso sistema defensivo, el decir «eso les pasa sólo a los que descontrolan». Los de 20 años lo dicen de los de 14; los de 25, de los de 20…», añade.