El estudio, a partir de entrevistas en grupos de trabajo a más de un centenar de jóvenes procedentes de distintos estratos sociales y ciudades españolas, muestra que su principal crítica reside en que sólo muestran los aspectos más negativos y fuente de alarma social (consumo de drogas, conductas incívicas, pasotismo), «dando lugar a tópicos y estereotipos que la sociedad parece asumir como ciertos y generalizados».

En el caso de las series de televisión, la crítica no se centra en que muestren mentiras, sino en que «se fijan y sobreexplotan excepciones» para crear tipos ideales para otorgar mayor interés a una trama de ficción. «Crean roles ficticios, poco adecuados para la edad teórica de los personajes: el macarra, el blandito, el popular, entre otros», apuntan.

Respecto a los programas informativos, el estudio concluye que recogen «lo más básico y elemental del imaginario colectivo» , entiendo en cuenta que los periodistas se ven «forzados a simplificar». Muchos jóvenes entrevistados señalaron como ejemplo contrario a estas imágenes, su implicación en la limpieza de las playas gallegas, tras el desaste del ‘ Prestige’ .

«Sólo pinesan en el botellón»

Los jóvenes entrevistados consideran que la imagen que proyectan sobre ellos es la de «rebeldes» e «imprudentes», en algunos casos «conflictivos», «delincuentes en potencia», «drogadictos» o personas que «sólo piensan en el botellón y en salir las noches de los fines de semana».

Por todo ello, insisten que la imagen es «simplificadora, estigmatizadora o caricaturizada» y, aunque reconocen que estas radiografías negativas «pueden ser ciertas», aún así lo son «solo en algunos casos y de manera parcial».

Jóvenes, objetivo del mercado

Por otro lado, los entrevistados creen que los medios de comunicación tienen que ofrecer los aspectos negativos «porque lo positivo no vende». En este sentido, señalan que si los medios obtienen algún beneficio utilizando «la realidad más vendible», deberían obtener algún beneficio social, fundamentalmente vivienda y trabajo.

Además, son conscientes de que constituyen un objetivo claro de mercado al que los medios de comunicación y las empresas publicitarias desean acceder, porque son receptivos al consumo y cada vez tienen más poder adquisitivo. Al mismo tiempo, se sienten recriminados por responder a estas ofertas publicitarias, como la diversión, el ocio mercantilista y el consumismo.

En este sentido, critican la «hipocresía» de las personas que les juzgan porque se comportan como se espera de ellos y rechazan ser responsable «de algo que está condicionado por los adultos y el sistema».

La directora del Injuve, Leire Iglesias, respaldó la «crítica» y «contundencia» de estas afirmaciones. «En el 98 éramos la generación de ‘ jóvenes aunque sobradamente preparados’ y pocos años después ocupamos las últimas letras del alfabeto: generación x, y, w», ironizó.

Por su padre, el director general de la FAD, Ignacio Calderón, señaló la necesidad de reflexionar ante estos resultados advirtiendo de que «si insistimos en la mirada del mero acusador, probablemente acabe siendo cierta».