Un tema tabú. Esto es lo que continúa siendo el sida en muchos colegios y hogares, donde no se habla nada de esta enfermedad y sólo mencionarla genera una situación incómoda. Aunque 42 millones de personas en todo el mundo están contagiadas por el VIH muchos padres y educadores prefieren actuar como si esta realidad no existiera. Por otro lado, sin embargo, existen cada vez más escuelas que han tomado conciencia sobre la necesidad de educar a los alumnos acerca del sida y las formas de contagio.

Parece que los chicos de ahora están muy preparados en todos los aspectos, pero lo cierto es que «no conocen apenas nada sobre las enfermedades de transmisión sexual y los métodos anticonceptivos», reconoce Maribel Martín, coordinadora de programas de la Escuela de Sida de Baleares, una organización que durante el curso escolar 2002/2003, en colaboración con el Consell de Palma de Mallorca, se ha encargado de explicar a más de 300 alumnos de la isla cuestiones relacionadas con el VIH y el sexo. «Nuestra función principal es desmontar los mitos que los adolescentes tienen respecto a esta enfermedad, procurar que conozcan cómo son y cómo funcionan las cosas en la vida real y que sepan enfrentarse a ellas», señala.

Los estados miembros que participaron en la Sesión Especial sobre el sida de la Asamblea General de Naciones Unidas (junio de 2001) acordaron que, para el año 2005, al menos un 90% de los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad tenga acceso a la información y la educación necesarias para prevenir la infección por el VIH. Para lograrlo es necesario que el sistema educativo se implique y ayude a los estudiantes a comprender lo relacionado con el sida.

Sobre la edad a la que se puede empezar a hablar a un chico de estos temas no existe acuerdo. En la XIII Conferencia Internacional sobre el sida, que tuvo lugar en Durban (Sudáfrica) en 2000, se recomendó iniciar en la educación sobre el VIH a los niños de sólo cinco años.

Desde la Escuela de Sida de Baleares, que lleva más de siete años funcionando, se ofrecen dos talleres: uno de educación, para alumnos de 1º a 3º de la ESO, entre los 11 y los 14 años, y otro de prevención, que se imparte a los adolescentes de mayor edad. «De las enfermedades de transmisión sexual los chicos con los que trabajamos sólo han oído hablar del sida y la sífilis y, en ninguno de los dos casos, saben cómo se transmiten», explica Maribel Martín.

Comunicación con los padres

«Desgraciadamente todavía no hay educación sexual ni en el colegio ni en casa. Lo único que se enseña es anatomía y los estudiantes desconocen todo acerca de los métodos anticonceptivos y de las vías de transmisión de estas enfermedades», añade la coordinadora. Así, por ejemplo, «los jóvenes que van a hacerse un «piercing» no tienen idea de que ésa puede ser una práctica de riesgo para contraer el sida si no se toman las medidas sanitarias adecuadas».

Pero la comunicación entre padres e hijos en lo que atañe a la sexualidad y el sida es una tarea difícil, ya que tanto unos como otros se suelen sentir un poco violentos ante estos temas y tratan de evitarlos en la medida de lo posible. Además, según un informe de ONUSIDA (el programa de las Naciones Unidas para la lucha contra el sida), llamado «Educación sobre el sida en la escuela» (1997), algunos adultos consideran que si informan a los niños sobre el VIH y los comportamientos sexuales de riesgo pueden estimularlos a experimentar con el sexo prematuramente. No obstante, diversos estudios han puesto de manifiesto que la educación sobre el sexo y el sida no conduce a un aumento de la actividad sexual.

«Prefiero hablar de estas cuestiones con mis amigos que con mis padres», confiesa Marta Martín Robles, periodista y estudiante de filología hispánica de 23 años. Pero reconoce que durante su adolescencia ha estado bastante informada, más que otras personas de su generación. «Cuando estaba en 5º de EGB tuvimos unas sesiones sobre educación sexual en las que leímos libros, peguntamos dudas y, luego, hasta nos hicieron un examen sobre métodos anticonceptivos. Ya en el instituto nos dieron una charla, rellenamos un cuestionario de forma anónima para ver lo que sabíamos realmente y nos enseñaron cómo se ponía un preservativo», recuerda. «Creo que todas estas cosas sirven, pero además mis padres también se han preocupado de hablarnos a mi hermana y a mí sobre el tema, aunque no específicamente del sida», dice.

Sin embargo, el caso de Marta no es habitual. De hecho, podría considerarse casi una excepción. Así lo considera la coordinadora de la Escuela de Sida de Baleares, que asegura que «los chicos que en su casa pueden preguntar sobre sexualidad libremente son unos privilegiados porque no es lo normal».

El poder de las campañas informativas contra el VIH