La ley del tabaco produjo un efecto muy beneficioso en la sociedad española, consiguiendo que al año siguiente de su aplicación más de un millón de españoles dejaran de fumar, tal y como aseguró Trinidad Jiménez. «No obstante, existen muchas lagunas», continuó exponiendo la titular de Sanidad, la cual explicó que el carácter disuasorio de la ley no se ha completado, «ya que sus efectos prácticos son muy limitados». Por eso, el Gobierno de la nación se está planteando ampliar la prohibición de fumar a todos los espacios públicos.

En la actualidad, la ley contempla que en los establecimientos con menos de cien metros cuadrados -que suponen un 80%- los propietarios pueden elegir si permiten fumar o no dentro de sus instalaciones. Por el contrario, el resto de locales que excedan dicho tamaño deben compartimentar una sala para los fumadores, aislándolos así de los que no lo tienen ese hábito. En total, de los más de 350.000 lugares de ocio existentes en España, tan sólo 40.000 están libres de humo o cuentan con espacios restringidos para los fumadores.

La ministra de Sanidad expuso que el recrudecimiento de la ley se debe a una cuestión de coherencia con el buen funcionamiento y el uso racional del sistema de salud, ya que tal como aseguró: «Las personas que fuman utilizan más los servicios sanitarios y consumen más fármacos, lo que incrementa el gasto público».

Trinidad Jiménez concluyó explicando las intenciones del Gobierno de mandar un mensaje «claro» a la sociedad: «El de la gravedad del uso del tabaco», aseveró. Por ello, el Ejecutivo pretende incorporar en muy poco tiempo a las cajetillas de cigarros los nuevos pictogramas que disuaden de este hábito, entre los que figurarán imágenes impactantes como pulmones destrozados, tumores en carne viva o dentaduras podridas.