Creer que «lo natural siempre es mejor», su amplia disponibilidad y fácil adquisición han colocado a la mariguana entre las drogas más consumidas, especialmente entre los jóvenes, aunque sus efectos nocivos sobre las habilidades cerebrales están comprobadas científicamente desde hace 30 años.

«Muchos jóvenes la perciben como una sustancia poco o nada peligrosa, por lo que es alto el riesgo de que inicien o mantengan su consumo», refiere Jesús Kumate Rodríguez en el libro Legalización de la Mariguana ¿A qué Precio?, editado por los Centros de Integración Juvenil (CIJ).

Según la Encuesta Nacional de Adicciones, de 2002 a 2008 aumentó de 2.5 millones de mexicanos a 3.3 millones el número de consumidores que usaron alguna vez en la vida la también conocida como cannabis.

El riesgo que esto representa es que se ha comprobado que la mariguana es la «puerta de entrada» al uso de metanfetaminas, cocaína y heroína.

Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés), considera preocupante que los jóvenes sean quienes más consumen mariguana, pues sus cerebros aún se encuentran en desarrollo.

«Su uso podría descarrilar el proceso normal de maduración de la conducta; de hecho, hay estudios en animales que sugieren que su uso durante la adolescencia puede perturbar los patrones emocionales más tarde en la vida», explicó en entrevista vía correo electrónico.

En México, en 2008, 52 por ciento de quienes la consumieron por primera vez lo hizo antes de cumplir 18 años.

«No nos debe sorprender que aquellas personas que usaron mariguana en forma crónica durante la adolescencia reporten menores logros académicos, una posición económica más baja y menor satisfacción personal más tarde durante la vida», agrega Volkow.

Cerebro venido a menos

La memoria y la capacidad de aprendizaje son dos de los efectos del uso de la mariguana totalmente comprobados.»Estudios recientes muestran que el abuso entre la población adolescente disminuye la materia blanca del cerebro, aumentando los síntomas depresivos», señala el libro de los CIJ.

Esos efectos, y más aún si se sigue consumiendo la droga, suelen persistir hasta la vida adulta, alterando las respuestas emocionales y el funcionamiento cognitivo al grado de ponerlos en riesgo importante de desarrollar esquizofrenia.

Al fumar mariguana, la sustancia activa (delta-9-tetrahidrocannabinol, THC), pasa rápidamente de los pulmones hacia el torrente sanguíneo, de donde es transportada al resto del cuerpo, incluyendo al cerebro, explica Volkow.

En el cerebro, el THC actúa sobre el sistema de gratificación cerebral, es decir, las áreas que responden a estímulos como la comida, ese es el momento cuando el usuario se siente eufórico.

El uso frecuente de esta droga, agrega Volkow, deteriora la habilidad para formar memorias, recordar eventos y para desviar la atención de una cosa a otra; además entorpece la coordinación y el equilibrio porque se adhiere a la parte del cerebro que regula la postura, la coordinación del movimiento y el tiempo de reacción, de ahí que los consumidores se vean envueltos frecuentemente en accidentes de tráfico.

Al consumir grandes dosis, alerta el libro de los CIJ, los músculos, incluso los faciales, pueden hacer movimientos involuntarios que suelen acompañarse de confusión, delirio, alucinaciones y paranoia, síntomas que refieren el inicio de un cuadro con características esquizofrénicas.

«Como oficiales de salud pública y científicos debemos evitar, a toda costa, los ranking de peligrosidad entre las drogas, y dedicarnos a catalogar sistemáticamente sus efectos (…) y diseminar la información para que el público pueda informar sus decisiones y percepciones con base en los datos, complejos como son, y no en las anécdotas», subraya la directora del NIDA.

El «viaje»

La sustancia activa de la mariguana (delta-9-tetrahidrocannabinol, THC) produce los siguientes efectos a nivel cerebral y orgánico.

El humo con THC llega a los pulmones, causando broncodilatación, y de ahí pasa al torrente sanguíneo, lo que aumenta la presión.

La THC que alcanza el corazón, provoca taquicardia (40 pulsaciones más por minuto) y disminuye la tolerancia al esfuerzo.

La sustancia activa que llega al cerebro se instala en la parte que regula la gratificación, la misma que responde a estímulos agradables como la comida.

Ya en el cerebro:

  • A los 5 minutos produce euforia, bienestar, aumento de la percepción y ansiedad.
  • A los 30 minutos, se alcanzan los efectos máximos, como la sedación, relajación, somnolencia, agudización de las percepciones visuales, auditivas y táctiles, ligera distorsión de tiempo y espacio, risa fácil, locuacidad y aumento del apetito, se altera la memoria reciente y dificulta la concentración, disminuye la atención y la coordinación motora.
  • Tras 3 horas, persisten los anteriores efectos, pero empiezan a perder intensidad.
  • La TCH que no se absorbió se excreta a través de las heces, la bilis y la orina; si el consumo es crónico, se fija al tejido adiposo de todo el cuerpo y se aloja en riñones, hígado, bazo, corazón, pulmones y glándulas mamarias.

Esquizofrenia y mariguana

Aunque varios trastornos mentales se asocian con el abuso de sustancias, se sabe que la esquizofrenia es la que más se desarrolla al consumir mariguana.

  • Si el consumo inicia antes de los 21 años, aparece el riesgo de desarrollar esquizofrenia.
  • Al usarla alrededor de los 15 años, se generan tres veces más probabilidades de desarrollar esa enfermedad mental.
  • Quienes la utilizan entre los 15 y 18 años tienen más síntomas de esquizofrenia que quienes no la consumen.
  • Cuando los que iniciaron a consumirla a los 15 años alcanzan los 26, tienen cuatro veces más probabilidades de desarrollarla que quienes no la usan.