En los últimos 10 años, el consumo de drogas en México se ha incrementado de manera tal que el semáforo ha pasado de amarillo a rojo.

Cada día, las drogas que circulan en las calles del país encuentran más y más consumidores; el principal motivo es que de las cerca de 1,000 toneladas de cocaína que anualmente se producen en Sudamérica, casi el 40% se quedan para su distribución en México.

Análisis realizados por organismos internacionales y nacionales avizoran un futuro negro, pues se considera en riesgo la salud y las ilusiones de casi 30 millones de adolescentes ante el abaratamiento de las drogas y la «explosión del narcomenudeo».

La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), el Programa de Naciones Unidas para la Fiscalización de las Drogas (PNUFID), las Secretarías de Salud (SSA), la de Educación Pública (SEP) y la Procuraduría General de la República (PGR), admiten y comparten esa preocupación.

El estudio «Diagnóstico y Tendencias del Uso de Drogas en México», elaborado en marzo de este año por el Instituto Mexicano de Psiquiatría, la SEP y la SSA, afirma que jóvenes mexicanos de entre 12 y 19 años «se han convertido en el blanco y objetivos de las principales organizaciones y bandas de narcomenudistas».

La evidencia de que cada vez se quedan más drogas en el país es que en el último censo de adicciones se informa que siete de cada 10 menores de edad han usado o experimentado con thinner, pegamentos, activos, marihuana, cocaína, alucinógenos, anfetaminas, metanfetaminas, opiáceos u otras drogas «duras» que son mezcladas con productos químicos, harina, raticidas y cal, entre otros.

Las entidades que registran mayores índices de consumos son: Baja California, Baja California Sur, Sinaloa, Sonora, Coahuila, Chihuahua, Tamaulipas y Nuevo León, en la Región Norte.

Mientras que Durango, San Luis Potosí, Nayarit, Aguascalientes, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Hidalgo, estado de México, Distrito Federal, Puebla, Veracruz, Guerrero, Campeche, Tabasco, Yucatán, Chiapas y Oaxaca, son las que si bien el consumo aún no es alarmante, sí es preocupante.

El Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), que involucra a las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), Marina Armada de México (Semar), Policía Federal Preventiva (PFP), Agencia Federal de Investigación (AFI) y las 31 procuradurías del país, apenas está empezando a atacar las causas de la venta a menudeo.

El narcomenudeo ha encontrado su mayor auge en el endurecimiento de la vigilancia en las frontera con Estados Unidos por las políticas antidrogas y antiterrorismo implementadas por la Drugs Enforcement Agency (DEA), Federal Bureau Investigación (FBI) y la Oficina de Política Antinarcóticos, en especial a partir de 1995, recrudecida en 1997 y más aún después de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.

Pagos en especie, fomento el narcomenudeo

Esta política de endurecimiento en la frontera provocó que se elevara el envío de cocaína y precursores químicos, según la JIFE, que contabilizó en su más reciente informe anual que de las 1,000 toneladas de cocaína, el 59% de la producción sudamericana se traficó vía marítima.

El resto del alcaloide ha sido movilizado vía terrestre y aérea, pero los pagos, de acuerdo con PNUFID, se están dando en especie.

Lo anterior significa que si un cargamento de 5 toneladas de cocaína logra llegar a su objetivo, se entrega la misma cantidad como pago, ya no en dinero.

Los grandes cárteles de la droga mexicanos, colombianos, venezolanos, bolivianos y peruanos acordaron «esa nueva moneda» con lo que se paga a los transportadores, que a su vez colocan entre los narcomenudistas sus ganancias.

Pero no sólo eso, los distribuidores rebajan la pureza de la droga para incrementar sus ganancias, sin importar la salud de los consumidores.

Un informe de enero pasado, elaborado por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y la Dirección General de Servicios Periciales de la PGR, establece que «los envenenadores al menudeo están insertando otros químicos más potentes que hacen más daño».

La investigación sobre el nuevo consumo ante la explosión de la oferta de cocaína y marihuana se debe «no a la actitud filantrópica de esos criminales, sino al poder de adicción que fomenta, comentó el encargado de la SIEDO, José Luis Vasconcelos.

Gilberto Higuera Bernal, subprocurador de Control Regional de Procesos Penales Federales y Amparo de la PGR, fue más ilustrativo al comentar que esas drogas -que se venden entre 10 y 250 pesos- son impuras porque se mezclan para el «corte» raticidas, diuréticos para ganado, talco, cal, medicinas caducas, cafeína y efedrina, entre otras sustancias.

«Esto causa en el consumidor un mayor grado de adicción, a la vez que reduce el periodo de vida y la función sicomotriz en un 50 por ciento. El resultado: si la persona iba a vivir 50 años, entonces serán 25 años nada más, pero afectado mental y corporalmente al consumidor, la ansiedad que causa es superior a la que genera el síndrome de abstinencia».

La respuesta de las autoridades a esa explosión de la oferta como el éxtasis, crack, el churrito y la picha, entre otros sobrenombres de las drogas duras o sintéticas más la marihuana fumigada, que contiene pesticidas con residuos químicos, causa mas adicción, han sido la creación de las denominadas Unidades Mixtas de Atención al Narcomenudeo (UMAN).

De acuerdo al diagnóstico presentado en marzo del 2005 por la PGR sobre el consumo de drogas, con el respaldo de la IV Encuesta Nacional de Adicciones que fue elaborado por la SSA, DGE, IMP, Conadic e INEGI, en la Región Norte, se constató que 14.4 de sus habitantes consumieron algún tipo de droga.

En la Región Centro, la estadística observó un 2.9% y en la Región sur fue de 7.7%, lo que constató la urgencia de combatir el narcomenudeo.

Esa preocupación provocó que precisamente el titular de la PGR, Daniel Cabeza de Vaca, en su mensaje de presentación ante los medios de comunicación propusiera como compromiso de trabajo fundamental: abatir al narcomenudeo, pues «ésa es la nota», explicó.