Preocupados por el incremento de las estadísticas en cuanto al consumo de drogas en la juventud mexicana, investigadores de la Facultad de Enfermería de la UANL elaboran un protocolo de intervención (que incluye manual del estudiante y del profesor o facilitador) para atacar esta problemática social.

La doctora Magdalena Alonso Castillo, investigadora de esta facultad, nos habla acerca de la importancia de evitar el consumo de drogas entre la población en general, y principalmente en el recinto universitario.

“En el cuerpo académico al que pertenezco tenemos más de 10 años trabajando en el fenómeno de la demanda de drogas y en su reducción.

Tenemos un proyecto muy grande con la Comisión Interamericana Contra el Abuso de las Drogas de la OEA (Organización de Estados Americanos), y desde entonces hemos estado trabajado en la temática del fenómeno de drogas”, comentó la investigadora.

Las estadísticas nacionales reflejan un incremento importante en el consumo de drogas en los jóvenes y adolescentes.

Se ha observado que éstos inician entre los 11 o 12 años a consumir alcohol y tabaco como drogas sociales, pero que siguen siendo ilícitas para su edad.

Alonso Castillo, en colaboración con sus colegas, realizaron un estudio previo en secundarias y se percataron del gran problema del alto consumo de alcohol y tabaco que tienen los adolescentes desde esa etapa.

Asimismo, la investigadora comentó que, por lo general, ambas drogas van acompañadas en los inicios del consumo de los jóvenes.

“Lo que primero realizamos fue una intervención cognitiva-conductual para tratar de ayudar a estos jóvenes que ya habían empezado a consumir, y regresarlos a su etapa inicial; es decir, algunos sólo habían experimentado y no lo tenían como hábito.

“Desarrollamos un intervención específica de enfermería basada en evidencia científica, fundamentalmente en el desarrollo de habilidades sociales, del pensamiento, y entre éstas trabajamos la asertividad, la autoestima, toma de decisiones, el desarrollo y el fortalecimiento dentro de la capacidad de la autoeficacia, es decir, que se sientan capaces de decir: ‘no consumo’, de una forma asertiva.

“La intervención estuvo compuesta de 12 sesiones, una sesión por semana. Hicimos mediciones al inicio y al final, y realizamos cortes a los seis meses y al año, y encontramos que se mantiene el efecto si los chicos tomaban consciencia y desarrollaban estas habilidades y deciden no consumir drogas, porque tienen un proyecto de vida”, señaló.

Posterior al estudio piloto, el grupo de investigadores del área realizó la intervención a nivel medio superior, contando para ello con el apoyo de dos de las preparatorias de la Máxima Casa de Estudios en el Estado.

“Con los chicos más grandes de preparatoria observamos que, desafortunadamente, ya podían empezar a consumir otro tipo de drogas; empieza la escalada del consumo, inician consumiendo alcohol y tabaco, luego es muy probable que se puedan iniciar con otras drogas ilícitas.

“Sin embargo debemos decir que afortunadamente en estas dos escuelas no hubo consumo de drogas ilícitas.

Lo que se hizo fue aplicar la intervención preventiva para fortalecer los factores de protección que ellos tienen como su familia y la escuela preparatoria.

“Lo que sabemos respecto al uso de drogas ilícitas es que generalmente empiezan por el consumo de marihuana, después en las reuniones o en lugares públicos llamados bares o antros, ahí empiezan el consumo de metanfetaminas y de otro tipo de drogas”, expuso Alonso Castillo.

El tipo de intervención cognitivo- conductual que desarrollaron en la Facultad de Enfermería de la UANL resultó un proyecto que les interesaba a los jóvenes universitarios, incluso los mismos investigadores reconocieron la importancia de hacer este tipo de reuniones significativas para los jóvenes.

“Hemos hecho una medición posterior, y al parecer, el efecto se mantiene. En el momento en que nosotros veamos que empieza a bajar este efecto, indicaría que necesitamos dar un reforzamiento; está programada la intervención para que en un momento dado demos un reforzamiento.

“Nuestro interés es evaluar la efectividad que tiene la intervención en la juventud, para ver si podemos extenderla y que sea un aporte que demos a la sociedad, al sector salud, y que conozcan que esta acción es útil para que luego se aplique también como un programa de salud en las comunidades“, puntualizó Alonso Castillo.