Consumir drogas y alcohol durante el embarazo es perjudicial para el bebé. Eso es algo que, a estas alturas, todo el mundo sabe. De hecho, la mayoría de mujeres dejan de fumar -o al menos lo intentan- cuando el ginecólogo les confirma que están embarazadas. El problema es que, normalmente, lo hacen en ese momento, y no antes. Un estudio del departamento de Ciencias Sociosanitarias de la Facultad de Medicina, que fue presentado ayer en el hospital Reina Sofía y que ha sido publicado por la revista «Forensic Science International», ha detectado restos de nicotina y otras drogas en fetos de menos de 12 semanas. Las sustancias tóxicas habían traspasado la placenta. Eso significa que muchas madres que fuman porque todavía no saben que están embarazadas pueden estar perjudicando, sin quererlo, al bebé. La conclusión es clara: el abandono del consumo debe hacerse desde el momento en que se busca el embarazo.

El catedrático de Medicina Legal Aurelio Luna y la profesora María Falcón han analizado 119 fetos procedentes de abortos voluntarios durante el primer trimestre de embarazo, en colaboración con el Instituto de Sanidad de Roma, el Hospital de La Arrixaca y el Hospital del Mar de Barcelona. En el 37,5% de los casos detectaron nicotina. Lo significativo no es que aparezca un consumo tan alto entre las madres -se trata de abortos voluntarios, circunstancia que impide extrapolar los datos al conjunto de mujeres en estado de gestación- si no que «se confirma que estas sustancias traspasan la placenta» durante los primeros 12 meses del embarazo.

Los médicos no sólo encontraron nicotina. En tres casos también detectaron cocaína y cannabis. Estas sustancias también habían traspasado la placenta hasta llegar al feto. «Hasta ahora se habían detectado drogas en el meconio [la sustancia que reviste el intestino del recién nacido], pero eso sólo permite averiguar si se ha consumido en los últimos seis meses del embarazo. También se habían hecho estudios de cordón umbilical, pero no se habían analizado fetos con tan pocas semanas», explica María Falcón.

La investigación de la UMU confirma la transmisión directa de estas sustancias al embrión desde los primeros momentos de la gestación. «Es precisamente cuando está más desprotegido. Cuando un feto tiene seis meses ya cuenta con sus propios mecanismos de defensa. Pero al principio la placenta está muy poco desarrollada», cuenta Falcón. En el momento de la división celular, «los sistemas biológicos son más vulnerables a estas sustancias».

Ocultación del consumo

Pero el estudio de embriones es sólo una parte más de la investigación que está desarrollando el departamento de Ciencias Sociosanitarias. También se han hecho análisis a las madres para comprobar su consumo. Cuando fueron preguntadas, sólo el 3% reconoció su consumo. Sin embargo, los test de orina y pelo demostraron que el 30% había tomado alguna droga en los tres meses anteriores. El 5,6% consumía más de una. De nuevo, lo relevante no son los porcentajes, sino el elevado grado de ocultación al preguntar. No ocurrió lo mismo con el alcohol: el 37% reconocieron haber bebido en los últimos meses.

Las mujeres que han participado en el estudio tienen entre 20 y 32 años. El 57% son inmigrantes, el 73% son solteras y el 56% tienen estudios primarios. Sólo un 53% emplean métodos anticonceptivos. Todas interrumpieron voluntariamente su embarazo.

Este hecho introduce algunas peculiaridades que impiden extrapolar los datos al conjunto de mujeres embarazadas. Obviamente, quienes deciden seguir adelante con la gestación toman más precauciones a la hora de consumir, para no perjudicar al embrión, que quienes deciden abortar.

En todo caso, los autores del estudio sí creen que el consumo de estas mujeres se corresponden con los hábitos de la población general, y más en concreto de las mujeres en edad fértil no embarazadas. «Es un reflejo de la sociedad, y de los cambios que se están produciendo. Las encuestas demuestran que cada vez hay una menor diferencia entre hombres y mujeres, y también que la edad de inicio disminuye».

Consultar a su médico

El trabajo de campo de Falcón y Luna también abarca otros ámbitos: formación de profesionales y concienciación de la población. «Todavía hay muchas personas que no conocen los efectos de las drogas en el embarazo, o que tienen ideas falsas», explican. En todo caso, las mujeres fumadoras o que consuman alcohol deben consultar con su ginecólogo y su médico de familia todas las dudas.

Que las consecuencias del consumo no son buenas es algo evidente. Lo dicen todos los estudios: el abuso de alcohol puede provocar lo que se conoce como síndrome alcohólico fetal, caracterizado por un déficit del desarrollo cognitivo y un menor peso al nacer. Además, también pueden aparecer anormalidades faciales.

El tabaco, por su parte, se ha asociado a un menor crecimiento fetal, con lo que el bebé tiene al nacer menos peso del que le correspondería. Además, diferentes estudios apuntan a un mayor riesgo de mortalidad perinatal (el fallecimiento durante el parto o antes de los primeros siete días de vida). También se vincula la nicotina con una mayor probabilidad de sufrir muerte súbita durante la lactancia. Por último, la cocaína se ha relacionado con mayores problemas de hiperactividad y riesgo de desprendimiento prematuro de la placenta, entre otras cosas.

En todo caso, «hay muchas variables, y no es fácil determinar cuáles son las causas de una hiperactividad o o un déficit cognitivo», explica María Falcón. Una cosa es que los científicos hayan determinado que el consumo de sustancias tóxicas aumenta el riesgo de determinadas enfermedades o alteraciones, y otra que sea posible achacar con exactitud a qué se debe cada patología en cada caso concreto.

Jornadas en el Reina Sofía

El estudio de los doctores Aurelio Luna y María Falcón protagonizó ayer la primera sesión de la Jornada sobre Embarazo y Drogas celebrada en el hospital Reina Sofía. El encuentro fue inaugurado por el director general de Atención al Ciudadano y Drogodependencias, José Manuel Ruiz Ros, quien destacó que es «esencial el diagnóstico precoz del consumo de sustancias tóxicas en embarazadas por el riesgo que suponen para la salud de la mujer gestante y para el feto».

La jornada sirvió de punto de encuentro de profesionales de varias universidades españolas y extranjeras. Además, se expusieron las líneas generales del Plan Regional sobre Drogas 2007-2010 y de los estudios desarrollados por el Observatorio Regional sobre Drogas. De acuerdo a sus últimos informes, «ha descendido el consumo de tabaco, alcohol, cánnabis, éxtasis y cocaína en la Región en 2008 con respecto a 2004», explicó Ruiz Ros.

La otra cara de la moneda es que disminuye la edad de inicio: los adolescentes prueban las drogas cada vez más pronto. Aumenta también el consumo en mujeres en edad fértil, lo que incrementa los riesgos durante el embarazo. La Consejería de Sanidad animó a los investigadores a continuar con los trabajos que ayer se presentaron en el Reina Sofía, porque «hay muy pocos estudios sobre esta materia». Las jornadas fueron organizadas por la Consejería, la Universidad de Murcia (UMU) y el Colegio de Médicos de la Región.

Hábitos peligrosos

El tabaco

Mayor riesgo de mortalidad perinatal y abortos espontáneos.

Afecta al crecimiento fetal, con lo que el bebé nace con menor peso del que sería esperable.

Se ha asociado también a un mayor riesgo de muerte súbita del lactante.

No hay evidencia de que fumar cigarrillos «light» evite estos riesgos.

Al igual que no es recomendable fumar durante el embarazo, tampoco lo es después. Los niños que son fumadores pasivos (porque fuman sus padres) tienen más riesgo de infecciones respiratorias y asma, según numerosos estudios.

El alcohol

Su consumo durante el embarazo puede provocar síndrome alcohólico fetal, caracterizado por un déficit del desarrollo cognitivo y un menor crecimiento intrauterino. También durante las primeras edades del recién nacido hay un menor desarrollo. Además, pueden aparecer anormalidades faciales.

Cocaína

Se ha descrito una mayor incidencia de hiperactividad en niños con madres consumidoras de cocaína que en madres no consumidoras.

Aumenta el riesgo de aborto espontáneo y parto prematuro.

Algunos estudios también apuntan a un mayor riesgo de desprendimiento prematuro de la placenta.

Es habitual que el consumo de cocaína vaya acompañado del consumo de alcohol e incluso de cannabis y tabaco, con lo que los riesgos para el bebé se multiplican.

Cannabis

Se asocia a un mayor riesgo de bajo peso al nacer y parto prematuro. Su consumo suele ir acompañado del hábito tabáquico, lo que aumenta los riesgos.

Los datos

119 fetos han sido analizados; todos corresponden a abortos producidos antes de la semana 12

37,5% es el porcentaje de fetos analizados en los que se encontró nicotina

3 es el número de fetos en los que se encontraron restos de cocaína y cannabis.

3% es el porcentaje de mujeres que admitieron ser consumidoras de droga o tabaco. Los análisis en los fetos demuestran un alto grado de ocultación del consumo.