Betty Maldonado vivía con su esposo y uno de sus hijos en la Ciudad de México. Tenía 42 años, tres hijos y casi dos décadas casada. Trabajaba en una fábrica de bolsas y vendía alimentos en la calle; su esposo trabajaba como hojalatero pintor. Siempre habían tenido una vida tranquila. Por eso se sorprendió cuando un día  de agosto de 2009 un grupo de hombres llegó a su casa y le dijo que su marido debía casi 15 mil dólares por consumir cocaína. Betty no lo podía creer. A punta de amenazas, asumió la deuda de su compañero y empezó a trabajar con las organizaciones criminales para pagarla.

El trabajo de venta de Betty no duró mucho. El 3 de marzo de 2010 doscientos policías, apoyados por un helicóptero, llegaron hasta la casa. La detuvieron a ella, a su marido, a su hijo y a otras 19 personas que estaban en la vecindad. De todas las personas detenidas solo quedaron 8 sentenciadas. Betty fue condenada a seis años y seis meses de prisión por posesión, narcotráfico, narcomenudeo y portación de arma y cartucho de 9 milímetros. 

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