Los médicos de familia sorprenderán uno de estos días -y aunque no venga al caso- a sus pacientes con esta pregunta : «¿Es usted fumador?». Si es que no, ahí se acabará todo, pero si la respuesta es afirmativa seguirán con su «ofensiva»: «¿Y ha pensado en dejar el tabaco?». Dependiendo de su contestación, seguirán adelante con su plan, que no es otro que intentar «desarmar» a los fumadores, tal como recoge el Programa de Prevención y Control del Tabaquismo presentado ayer por el Gobierno vasco en el Parlamento. Más sorprendente es que esto mismo ocurrirá si el ciudadano acude a la consulta del pediatra con un hijo afactado por asma, si se trata de una embarazada que se presenta ante su matrona o su tocólogo e, incluso, si se encuentra usted con la boca abierta y a punto de sucumbir al torno del dentista. Hasta su farmacéutico podrá abordarle si aparece pidiendo un chicle de nicotina.

Hay aproximadamente más de medio millón de fumadores en Euskadi -lo es el 29% de los hombres y el 21% de las mujeres-. El reto del Ejecutivo es reducir estas cifras y para ello ha decidido movilizar a sus efectivos sanitarios en esta lucha, iniciativa que se une a otras como la búsqueda de una normativa que pretende designar como espacios libres de humo a todos los lugares públicos cerrados de la comunidad autónoma. Ahora la metafórica «ofensiva» se centra en los servicios médicos, en que éstos se impliquen para informar, aconsejar y finalmente «convertir» a cada vez más vascos en ex fumadores.

«Sí, eso pretendemos, una ofensiva», reconoce Mercedes Estébanez, directora de Salud del Gobierno vasco. Ella también le dio duro al cigarro durante casi dos décadas, aunque ya lleva varios años libre de esta adicción gracias a una terapia con tratamiento psicológico. «Eran tiempos en los que incluso llegábamos a fumar mientras pasábamos consulta, algo impensable hoy. Pero decidí dejarlo. Primero probé con los típicos parches y no hubo manera. Luego me apunté a un grupo e íbamos alcanzando retos, bajando el número de cigarrillos, hasta que decidimos una fecha y ya no hubo tabaco nunca más».

Estébanez explicó ayer a este periódico el plan que en breve comenzará a funcionar en Euskadi. Los profesionales serán instruidos para poder ofrecer a sus pacientes lo que han dado en llamar el «consejo breve», un empujón para que los que tengan intención, aunque sea pequeña, de dejar el hábito den el primer paso. Se trata, en lenguaje publicitario, de incrementar el número de «impactos» para que los fumadores se den cuenta de su «error».

«Queremos insistir en lo que les puede pasar por culpa del tabaco, en las muertes que se producen, en los peligros, las enfermedades… Que la gente se lo piense, porque hay que decir que esto no es un acto totalmente voluntario.Si no costara tanto parar dejarían el hábito muchos más, pero esto es una droga, están atrapados y hay que ayudarles». Y aquí aparece el concepto de «consejo breve», eso que los profesionales sanitarios aportarán a partir de ahora: «Y se basa en las cinco fases, las cinco «A» -aclara la directora de Salud-: Primero «averiguar», preguntar cuánto fuman, cuándo, dónde. Segundo, «aconsejar» de forma decidida, involucrar al paciente y saber si se ha planteado dejarlo, hablar con él, iniciar un intercambio. Después tendríamos que «apreciar» la disposición, saber en qué fase se encuentra en su decisión de abandonar el hábito, porque si está en una fase precontemplativa, es decir, si lo ve como algo de futuro, va a ser mucho más difícil que si ya lo tiene claro».

En cuarto lugar estaría «la fase de «ayuda», en la que, si quiere, le emplazamos a volver otro día para seguir hablando del tema. Y, por último, llegaríamos a «acordar» un plan de actuación, concretaríamos el tiempo y la forma para la deshabituación». Estébanez habla de un tiempo de unos «diez minutos» para que el profesional dé este consejo breve, aunque muchos cuestionarán la dedicación de esos minutos cuando muchas veces las consultas están saturadas y los médicos se ven obligados a recibir a la carrera: «Hombre, en muchos casos esto se quedará en la primera o segunda fase, porque no estarán interesados en seguir adelante. Y aunque es cierto que a veces los médicos están saturados, estamos convencidos de que esta acción contra el tabaco es de las más importantes que han de realizarse, así que nuestra labor es concienciar a nuestros médicos, enfermeras y farmacéuticos para que la lleven a cabo. Porque el tabaco mata al 13% de la población, son 2.500 vascos fallecidos al año (54.000 personas en España)».

Centros de salud

Otra de las propuestas es que tres centros de salud (uno por cada territorio histórico) elegidos entre los que tengan una mayor incidencia en adicción al tabaco tendrán unidades especializadas en tabaquismo con terapia individual o grupal. Esta ayuda estará dirigida a un sector escogido de la población, fundamentalmente a fumadores con patologías orgánicas, a aquellos que hayan tenido varios intentos previos de dejarlo y a mujeres embarazadas o con niños lactantes. «Se ofrecerán terapias más intensivas de corte psicológico a estos ciudadanos que se ven en la necesidad de dejar de fumar de manera prioritaria», añade Estébanez. Los fumadores que completen la terapia, ya sea grupal o individual, tendrán a su disposición una consulta telefónica para poder realizar un seguimiento de su proceso.
Por otro lado, y esto ya sería un futurible, el departamento de Salud estudia -y para ello ha solicitado ya la elaboración de un informe- la posibilidad de financiar tratamientos farmacológicos, es decir, chicles, pastillas, parches… Como ejemplo, un tratamiento de dos meses con pastillas de bupropion, que inhibe el deseo de fumar, cuesta entre 130 y 150 euros -algo similar al dinero que supone fumarse una cajetilla diaria durante ese mismo tiempo-. «Lo estamos estudiando. Primero vamos a ver la efectividad de este tipo de tratamientos a base de bupropion o de vareniclina, entre otros, y después veremos si es factible lo de financiarlos», señala la directora de Salud.

Si cuando Osakidetza anunció hace unos días que pagará los tratamientos de cambio de sexo a las personas transexuales se levantó polvareda, habrá que ver qué pasa si decide ofrecer gratis estos fármacos. Y en plena crisis. «Estamos en un momento malo, de recesión -reconoce Estébanez-, y por eso tendremos que pensárnoslo mucho. Es un coste elevado, sí, pero quizá sólo lo ofrezcamos a grupos de población determinados que por sus características lo necesitaran de forma urgente, o pagar sólo una parte de ellos. Estas dos opciones son las que ya se están dando en comunidades como Navarra y Asturias. O quizás nos demos cuenta de que no podemos hacerlo».

Por el lado contrario, este gasto conllevaría un ahorro a las arcas públicas en tratamientos por enfermedades provocadas por el tabaco. «Y son muchas, bronquitis, cánceres… Pero lo importante no es el precio o la cosa económica. Imagina que has de pasar 17 horas al día conectado en tu casa a una máquina de oxígeno por haber fumado. Lo que importa son los años de vida ganados por una persona y la calidad de éstos», concluye la responsable de Salud.

Hace sólo dos semanas, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) presentó un documento ante el Ministerio de Sanidad para convencerle de la necesidad de financiar estos fármacos «al tratarse de una enfermedad crónica y adictiva». En él afirman que estas terapias «acreditan una excelente relación efectividad-coste, mejor que la que muestran otros tratamientos de enfermedades crónicas financiadas por el Sistema Nacional de Salud».