Verano, fiestas, alcohol y coche. Una combinación que mete miedo, aunque no lo suficiente entre los jóvenes, que acostumbran a ponerse al volante después de una larga noche de verbena para acabar estampados contra un poste o en una cuneta. Este tipo de suceso es ya todo un clásico de la época estival. Lamentarse de lo mucho que algunos beben en las celebraciones populares sirve de poco. A día de hoy, el alcohol es para mucha gente un ingrediente de la agenda festiva. Por tanto, es mejor evitar que lamentar.

Ésta es la filosofía que rige la campaña de prevención de los riesgos del consumo excesivo de alcohol y drogas en las fiestas patronales, que subvencionan el Departamento vasco de Sanidad y 49 ayuntamientos. La iniciativa consta de varias acciones, pero la más llamativa es, sin duda, la instalación de carpas, entre las doce de la noche y las tres y media de la madrugada, donde todo quien lo desea puede hacerse alcoholimetrías y testado de drogas no legales antes de ponerse al volante.

Pues bien, a lo largo de los pasados meses de junio, julio y agosto, un total de 10.912 vascos se acercaron a estos puestos para conocer si estaban en condiciones o no de coger el coche para volver a casa. La cifra representa un aumento del 18% respecto al mismo período de 2010, según informa el médico Vicente Fernández, de Sasoia, entidad dedicada a temas de educación para la salud y encargada de la campaña preventiva.

Este importante crecimiento de alcoholimetrías puede tener dos lecturas. Habrá quien piense que si hacen más test es porque han aumentado los consumos excesivos. Desde otra visión menos negativa significa que «la gente está cada vez más concienciada de que no se puede conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas». Y así es como lo ve Vicente Fernández. Este especialista en temas de prevención de drogodependencias sabe de lo que habla. Fue en 2003 cuando puso en marcha la idea de la mano del Ayuntamiento alavés de Amurrio. Ocho años después, la propuesta se ha extendido por toda la geografía vasca y «es muy bien acogida. Claro que hay quien bebe en exceso, pero al menos la gente se ha vuelto más responsable en dos sentidos: en el de no coger el coche en ese estado o impedir que lo coja uno del grupo. Ahora se piensan más las consecuencias que hace unos años».

El resultado de los tests de alcohol ha dado un 58% de positivos. «El dato no debe asustar. Quien no bebe no se hace la prueba, como es natural». Por sexos, las mujeres salen algo mejor paradas: un 51,7% de ellas no supera el límite permitido para conducir -0,25 miligramos de alcohol por litro de aire espirado-, frente a un 61,5% de hombres. «Las chicas tienen la percepción del riesgo mucho más alta», comenta el médico.

También cannabis

¿Qué pasa cuando la prueba es afirmativa? Los responsables de la carpa, además de advertirles de que no pueden conducir en ese estado, les informan sobre la normativa de tráfico y el tiempo de eliminación del alcohol. El resultado de esta labor es que tres de cada cuatro conductores aseguran que no van a coger el coche. Entonces, bien se decantan por el transporte público o se van con alguien que está en perfectas condiciones, o deciden esperar hasta que mejore su estado.

A las personas que piden hacerse el test, se les pregunta además si han consumido tabaco o cannabis. En el primer caso, simplemente para esperar un rato antes de hacer la prueba, ya que haber fumado un cigarrillo puede desvirtuar el resultado. En el caso del hachís, por los efectos que puede tener en los reflejos del conductor. Pues bien, el 18% admite haber consumido también «porros». En este caso también los hombres son más que las mujeres, un 27,5% frente a un 13,4%.