El auge del movimiento psicodélico significó una oposición contracultural al capitalismo. Ahora, las empresas compiten por patentar conocimientos y moléculas en el marco del capitalismo psicodélico. La captura de estas sustancias como agentes terapéuticos medicamentosos anuncia que el soma de Huxley ya no es ficción.

El capitalismo psicodélico crece como los hongos. La fructificación de patentes vinculadas a psilocibina fue exponencial. Según el rastreador de patentes de Psychedelic Alpha, desde que Sandoz registró su propiedad intelectual sobre la primera psilocibina sintética hasta 2015 inclusive, las patentes psilocíbicas eran poco más de 30.

Según el mismo buscador, para 2021 (cuando Gerber y colegas publican su artículo sobre ética y derechos de propiedad intelectual de la psilocibina) las patentes se habían multiplicado casi por cien, sumando alrededor de 260. Un año después, cuando publiqué mi primer artículo sobre capitalismo psicodélico en mayo de 2022, escalaban a más de 400.

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