La psilocibina, sustancia activa que se halla en los hongos alucinógenos, está siendo objeto de estudios recientes debido a su potencial para el tratamiento de los trastornos mentales como la depresión, la ansiedad o el estrés postraumático. En un estudio experimental en curso, que está realizando un equipo de investigadores de la Universidad de Washington (EE UU) y del que se han publicado las primeras conclusiones en la revista Nature, se está explorando cómo esta sustancia puede afectar a la conectividad cerebral y promover cambios positivos en la forma en que las personas procesan sus emociones.

En estudios previos, por ejemplo, se ha documentado que el uso combinado de la psilocibina junto con terapia de grupo se ha mostrado en general beneficioso en el manejo de los trastornos de la salud mental en hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (GBqHSH) con el VIH que lograron sobrevivir a los primeros años de la epidemia, conocidos como “supervivientes” o “supervivientes a largo plazo” (véase La Noticia del Día 17/12/2020). Sin embargo, todavía hay escepticismo en torno a la seguridad del uso de la psilocibina.

El equipo investigador reclutó para este estudio a siete adultos sanos de 18 a 45 años del campus de Medicina de la Universidad de Washington. Los voluntarios se inscribieron de marzo de 2021 a mayo de 2023, con la obligación de haber tenido al menos una exposición anterior a sustancias psicodélicas o drogas alucinógenas (por ejemplo, psilocibina, mescalina, ayahuasca o LSD), pero sin exposición en los últimos 6 meses.

Se les realizó resonancias magnéticas antes, durante y tres semanas después de que tomaran una dosis alta (25 mg) de psilocibina. Además, los participantes también recibieron una cantidad adicional entre 6 y 12 meses después. Los voluntarios ofrecieron puntuaciones más altas en todas las dimensiones del cuestionario de experiencia sobre el uso de psilocibina con respecto al uso de un placebo (40 mg de metilfenidato), resaltando la experiencia mística, el estado de ánimo positivo o el sentimiento de trascendencia.

Los especialistas han realizado un descubrimiento significativo al observar que la psilocibina provoca una alteración temporal en una red esencial de regiones cerebrales que están profundamente involucradas en procesos de pensamiento introspectivo. Estas áreas del cerebro son fundamentales para actividades como la ensoñación, donde la mente divaga y crea imágenes y escenarios, así como para la memoria, que nos permite recordar experiencias pasadas y reflexionar sobre ellas.

Los resultados de esta investigación no solo arrojan luz sobre los efectos psicoactivos de la psilocibina en la actividad cerebral, sino que también ofrecen una comprensión más profunda de cómo esta sustancia puede influir en la percepción del yo y en la forma en que las personas interactúan con su entorno. Este conocimiento podría tener implicaciones significativas en el campo de la salud mental, ya que podría acelerar el desarrollo de nuevos fármacos destinados a tratar una variedad de enfermedades psiquiátricas, como la depresión, la ansiedad o el trastorno de estrés postraumático.

A medida que los científicos continúan explorando los mecanismos existentes detrás de estos efectos, se abre la puerta, además, a ampliar el uso de la psilocibina y de otros compuestos similares como herramientas terapéuticas, lo que podría transformar la manera en que abordamos el tratamiento de trastornos mentales en el futuro.

En el presente estudio, el equipo investigador ha analizado, concretamente, cómo la psilocibina afectaba a la conectividad funcional, tanto en el córtex como en el subcórtex. En este sentido, han descubierto que estos cambios eran resultado de la desincronización entre diversas áreas del cerebro. Las modificaciones inducidas por la psilocibina fueron particularmente pronunciadas en lo que se conoce como “red de modo predeterminado” (DMN, en sus siglas en inglés), que se encuentra vinculada a una región del cerebro denominada hipocampo anterior. Esta área es fundamental para la formación de nuestro sentido del espacio, la percepción del tiempo y la construcción de la identidad personal.

La psilocibina mostró un gran potencial como tratamiento para la depresión durante las décadas de 1950 y 1960. No obstante, las estrictas políticas federales de Estados Unidos en relación con las drogas durante los años siguientes limitaron casi por completo la investigación en este ámbito. Afortunadamente, en los últimos años, ha habido un cambio en la normativa que ha permitido un resurgimiento del interés en el estudio de la psilocibina y sus posibles aplicaciones terapéuticas en este país.

A pesar de su potencial, el uso de la psilocibina no está exento de riesgos, especialmente para aquellas personas con antecedentes de trastornos mentales. Su consumo fuera de un entorno controlado y sin la supervisión de un profesional de la salud puede ser particularmente peligroso. Específicamente, uno de los mayores riesgos es la posibilidad de desencadenar episodios de psicosis, sobre todo en personas con antecedentes de esquizofrenia o trastornos bipolares, efectos que pueden persistir mucho después de que la sustancia haya sido eliminada del organismo. Además, se pueden experimentar efectos secundarios inmediatos como náuseas, ansiedad, ataques de pánico y paranoia. Por ello, según advierten los investigadores, la compra y el consumo de setas alucinógenas de fuentes no reguladas representa un riesgo considerable.

Fuente: POZ/Elaboración propia (gTt-VIH)

Referencia: Siegel J, Subramanian S, Perry D, et al. Psilocybin desynchronizes the human brain. Nature. 2024 August; 632(8023):131-138. doi: 10.1038/s41586-024-07624-5. (open access)

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