Redacción-

En un artículo publicado recientemente bajo el mismo título, en el portal de Transform Drug Policy Fundation se plantea la responsabilidad de las universidades hacia los jóvenes que llegan a sus campus cada año. Parte de esta responsabilidad implica reconocer que muchos estudiantes usarán drogas, tanto legales como ilegales, en algún momento. Se acepta que el enfoque anticuado de «simplemente di no» no funciona, por lo que las universidades deben ser más pragmáticas en su aproximación e implementar estrategias de reducción de daños.

Sin embargo, a principios de mes, el periódico The Times publicó un artículo cargado de argumentos y estereotipos desactualizados, acusando a las universidades de ser «permisivas con las drogas» al tratar de proteger la seguridad de los estudiantes. Esto contrasta fuertemente con la postura anterior del Times a favor de la regulación legal de las drogas. Este artículo examina por qué una estrategia de reducción de daños es la única opción sensata.

Históricamente, muchas universidades han optado por una respuesta punitiva al enfrentar el consumo de drogas por parte de los estudiantes. Esto significa que un estudiante sorprendido usando drogas corre el riesgo de ser suspendido o expulsado. Sin embargo, no hay evidencia de que implementar políticas de tolerancia cero disuada a las personas de consumir drogas. De hecho, existen numerosas pruebas de cómo el castigo agrava los daños relacionados con las drogas tanto en las universidades como en la sociedad en general. Los estudiantes que puedan estar lidiando con su consumo o que se encuentren en una situación de emergencia relacionada con las drogas no deberían verse impedidos de pedir ayuda por miedo a ser castigados por su institución universitaria.

Como dijo el forense que investigó la trágica muerte de un estudiante de la Universidad de Oxford en 2021, las universidades no pueden amenazar a quienes consumen drogas ilegales con acciones disciplinarias graves y, al mismo tiempo, esperar que las personas con problemas de drogas, o que tienen amigos con problemas de drogas, se acerquen a pedir ayuda cuando la necesiten. Políticas como estas acaban resultado en muertes.

Por eso, cada vez más universidades están adoptando un enfoque sensato de reducción de daños en relación con las drogas. La reducción de daños se refiere a políticas, programas y prácticas que tienen como objetivo minimizar los impactos negativos en la salud, lo social y lo legal asociados con el consumo de drogas, las políticas de drogas y las leyes sobre drogas (Harm Reduction International). Sin condenar ni apoyar el consumo, este enfoque busca hacer que el uso de drogas sea más seguro en lugar de intentar eliminarlo. De esta manera, se brinda apoyo a los estudiantes en relación con cualquier consumo de drogas.

En 2018, la Universidad de Buckingham anunció que se convertiría en la primera universidad libre de drogas, lo que implicaba que los estudiantes firmaran un acuerdo de no uso de drogas. Sin embargo, la universidad ha cambiado drásticamente su posición después de reconocer el peligro que esto representaría para los estudiantes que no podrían buscar apoyo. En su lugar, la Universidad de Buckingham ahora cuenta con personal para atender adicciones.

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