Cultivadas en países limítrofes, las hojas de coca atraviesan cuatro etapas de procesos químicos: kerosene, ácido sulfúrico y permanganato de potasio crean la pasta base. Luego va a un laboratorio como el desbaratado días atrás en Punta Indio. Un especialista explica el procedimiento paso a paso.

Desde que el cultivador arranca la hoja de coca hasta que el consumidor aspira la línea de cocaína, un largo y complejo proceso involucra a decenas de personas de varios países y mueve cifras millonarias al año. El miércoles pasado, la Policía local desbarató en Punta Indio una “cocina” o laboratorio clandestino para la elaboración del clorhidrato, en un operativo inédito desde que se desfederalizó la ley de drogas 23.737. El superintendente de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la Policía bonaerense, Roberto Silva explicó los pasos de ese proceso que requiere, entre otras cosas, de “unos 200 kilos de hojas de coca para cada kilogramo de clorihidrato de cocaína de buena calidad”.

Cuatro etapas químicas

“El proceso puede explicarse en cuatro etapas”, explica Silva en su despacho ubicado en el Bosque platense. Desde allí, en unas cuantas oficinas ubicadas en el mismo predio que el Cuartel central de Bomberos, se dirige la política antinarcóticos de la Provincia.

Silva toma un fibrón negro y hace un bosquejo en su cuaderno de apuntes. Dibuja las hojitas de coca dentro de una batea. Y arriba encierra en un círculo la letra K. Es el kerosene, en el que se sumerge a las hojas de coca, previamente secadas.

Un tiempo después, el líquido resultante ya incorporó los alcaloides propios para elaborar lo que será el clorhidarto de cocaína. Pero mejor no adelantarse, porque todavía faltan muchos procesos.

Tras el kerosene comienza la segunda etapa: a ese líquido se le agregará ácido sulfúrico, que creará el Sulfato I o pasta cruda de cocaína.
En este estado, la sustancia necesaria para crear el estupefaciente todavía está “muy metida” como para ser extraída. Se necesita de un nuevo proceso: con permanganato de potasio se creará el sulfato II o pasta base de cocaína, un nombre más común y conocido.
“Todo este proceso no se realiza en el país. Precisamente porque sería imposible trasladar el volumen de hojas de coca que implica”, explica Silva.

Piedritas blancuzcas

Una vez que a la hoja verde de coca los procesos químicos la convierten en unas piedritas blancuzcas, usualmente húmedas -por la cantidad de líquidos utilizados- y de olor penetrante, se inicia la cuarta etapa. Y aquí jugarán un rol importante los laboratorios o cocinas, como el desmantelado la semana pasada en Punta Indio (ver aparte).

En estos lugares, el proceso será más minucioso. Con ácido clorhídrico, éter y acetona, se irá filtrando ese polvo blanco cristálido que tendrá, más adelante, el aspecto propio de la cocaína.
Una lámpara potente secará por horas el resultado de este nuevo proceso. Y así, la sustancia blanca de forma apelotonada, irá transformándose en un polvo fino, listo para ser fraccionado: clorhidrato de cocaína.
Venderla en estado de máxima pureza contradice las leyes de cualquier mercado. Al clorhidrato lo rebajan lo más posible.

Sustancias de corte

Los narcos utilizan distintas sustancias para “cortar” (estirar) la cocaína producida. A la hora de fraccionar los paquetes, todo lo blanco servirá: si es estimulante, como la cafeína hallada en Punta Indio, mejor.

“Rebajada” la sustancia, del laboratorio saldrán ladrillos de aproximadamente un kilo de clorhidrato compactado. Eso lo recibirá el dealer, que armará las llamadas bochitas. Otro distribuidor, a su vez, las reorganizará en papelitos de 1 o 2 gramos, según el gusto del consumidor, que es el que pone el dinero y la vida.