De acuerdo a los más recientes datos estadísticos sabemos que el 36% de la población general española mayor de 16 años de edad es consumidora habitual de tabaco y que el 70% de los fumadores visita, al menos una vez al año, a su médico de familia. Además, conocemos que el tabaquismo representa la primera causa evitable de muerte en nuestro país y que se ha calculado que cada año mueren 56.000 españoles por enfermedades directamente relacionadas con el consumo de tabaco. Estos datos deben alertar a todos los profesionales sanitarios para que durante su práctica asistencial desarrollen intervenciones sobre el tabaquismo. Cualquier tipo de intervención terapéutica que los médicos realicen sobre el tabaquismo de sus pacientes es eficaz, ahora bien, cuando la intervención se adecúa a las características individuales de cada fumador, su eficacia y eficiencia aumentan.

Por otro lado, en el momento actual, el tabaquismo es considerado como una enfermedad adictiva crónica susceptible de recibir diferentes tipos de tratamiento. Es por ello por lo que conviene definir parámetros clínicos y analíticos que nos lleven a establecer un correcto diagnóstico del tipo de tabaquismo que un determinado fumador padece. De esta forma conseguiremos pautar el tratamiento más adecuado para ese fumador y con mayores probabilidades de éxito.

El principal objetivo de este artículo es definir un grupo de parámetros clínicos y analíticos que deban ser obligatoriamente analizados en cada fumador, por cuanto que su conocimiento influirá directamente no sólo en nuestra actitud terapéutica ante el mismo, sino también en su pronóstico. Estableceremos, pues, a lo largo de esta revisión lo que hemos dado en llamar conjunto mínimo de datos diagnósticos del fumador, que deberán ser de obligada referencia en la historia clínica de todo fumador. Con posterioridad, y teniendo en cuenta los resultados obtenidos en el estudio del conjunto mínimo de datos diagnósticos, estableceremos unas recomendaciones terapéuticas.