La nicotina, principal componente del tabaco, es una sustancia con gran poder adictivo, que presenta las características de cualquier droga (dependencia física, psicológica y síndrome de abstinencia), siendo la principal responsable de la dependencia física en los fumadores.

Hoy en día el tabaquismo se define como una enfermedad adictiva crónica, que en más del 80% de los casos se inicia antes de los 18 años de edad y que causa la muerte prematura de más del 50% de aquellos que la padecen, a través de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y tumorales.

El consumo de tabaco está considerado como la causa aislada más importante de morbimortalidad prevenible en los países desarrollados, en los que es responsable de dos millones y medio de muertes al año. El 50% de ellas son personas de mediana edad (35-69 años), lo que supone una pérdida muy grande en años potenciales de vida.

Según los datos de la Encuesta Nacional de Salud de 1995, el 36,9% de la población española mayor de 15 años es fumadora. En la actualidad, la proporción de mujeres jóvenes fumadoras iguala a la de los hombres. Aproximadamente el 80% de exceso de mortalidad está relacionada con la cardiopatía isquémica y otras enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón y enfermedad obstructiva crónica. El 20% restante se relaciona con patología tumoral de diversa localización. El tabaquismo pasivo es causa de diversas enfermedades en los no fumadores. La exposición continuada en el lugar de trabajo y en el hogar, y la exposición pasiva de los niños son los aspectos más preocupantes.

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