¿Suele usted ponerse rojo después de beber unos tragos de alcohol? Aunque el rubor facial que causan las bebidas alcohólicas es más habitual en la población asiática, un nuevo trabajo alerta de que esta característica puede ser un factor de riesgo que aumente las probabilidades de sufrir un cáncer de esófago.

Se calcula que un tercio de los asiáticos (sobre todo en Japón, China y Corea) reacciona de esta manera al alcohol: el color rojo sube a sus mejillas, pueden sentir náuseas y su corazón se acelera hasta sufrir taquicardias. En realidad, el llamado «rubor asiático» es una respuesta de su organismo porque carecen de una enzima que participa en el metabolismo del alcohol (en la destrucción de sus ingredientes tóxicos).

Y aunque gran parte de la comunidad asiática (tanto médicos como bebedores) conoce esa relación entre el rubor causado por el alcohol y la deficiencia de ALDH2 (aldehida deshidrogenasa 2), hasta ahora no se había indagado demasiado en el riesgo de cáncer de esófago que sufren los individuos con esta forma de intolerancia al alcohol.

Esta enzima es una de las piezas que participa en la transformación del acetaldehído (un derivado del etanol capaz de causar daños en el ADN) en otra sustancia menos dañina para las células, el acetato. La vasodilatación que enrojece la cara y los otros signos, no son sino un reflejo de la acción que el acetaldehído está teniendo en diferentes rincones del organismo.

Para solucionar este desconocimiento, investigadores de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU y del Centro Kurihama de Alcohol, con sede en Japón, acaban de publicar un artículo sobre el tema en las páginas de la revista «PLoS Medicine».

Prevenir y detectar a tiempo

«Nuestro objetivo es informar a los médicos de que sus pacientes con deficiencias heredadas en ALDH2 tienen mayor riesgo de sufrir un cáncer de esófago (sobre todo del tipo escamosos) si beben cantidades moderadas de alcohol», se justifican. Con una pregunta tan simple como «¿suele enrojecerse al beber?», los médicos podrían fácilmente identificar a esta población de riesgo y aconsejarles que moderen su consumo de bebidas alcohólicas (y también que dejen de fumar, un hábito que puede empeorar esta relación). En los casos de más riesgo, incluso, podrían realizarles una endoscopia para detectar a tiempo cualquier lesión cancerosa; cuando aún es posible tratarla con cirugía.

Teniendo en cuenta que existen aproximadamente 540 millones de individuos en todo el mundo que carecen de dicha enzima (un déficit que también se ha pbservado en algunas tribus sudamericanas), y que el cáncer de esófago es uno de los que más muertes causa a nivel mundial; Philip Brooks y su equipo calculan que esta sencilla medida podría evitar un importante número de muertes.

Sólo en Japón, explica el doctor Akira Yokoyama, otro de los firmantes, trasformar a los grandes bebedores con este defecto enzimático en consumidores «moderados» de alcohol, podrían evitarse nada menos que el 53% de los casos de cáncer de esófago. La supervivencia a los cinco años del diagnóstico de este tipo de tumor es de sólo el 12,3% en Europa, y de alrededor del 31,6% en Japón.

Actualmente, muchos individuos asiáticos con esta deficiencia, se han trasladado a sociedades occidentales; la mayoría como estudiantes de universidades europeas y americanas. Por eso concluyen, también habrá que extremar las medidas preventivas en este grupo para evitar que consuman cantidades excesivas de alcohol que podrían aumentar su riesgo de cáncer esofágico.