El estudio Compass es el primer ensayo médico que analiza la seguridad del uso clínico del cannabis en pacientes con dolor crónico derivado de esclerosis múltiple o artritis. Además, la investigación de la Universidad McGill, en Canadá, también evalúa los efectos secundarios.

Más de mil pacientes participarán en el estudio Compass (Cannabis para el manejo del dolor: valoración de un estudio de seguridad), el primer ensayo que va a evaluar la seguridad del cannabis en el manejo del dolor crónico. De los 1.400 participantes, 350 utilizarán durante un año el cannnabis como parte de su estrategia terapéutica para el control del dolor derivado de esclerosis múltiple (EM), artritis o dolores de origen neuropático y muscular. «No hemos seleccionado enfermos con cáncer al requerirse un protocolo más complejo», informa Mark Ware, coordinador de la investigación y profesor del Centro de Salud de la Universidad McGill, en Canadá.

Seguimiento

Los participantes del Compass tendrán acceso a unos compuestos derivados del cannabis durante el desarrollo de la investigación y serán analizados durante un año, afirma Jean-Paul Collet, profesor de Epidemiología de la citada universidad canadiense. Añade asimismo que «en el trabajo se trata de demostrar una serie de objetivos relacionados con la seguridad, entre los que están incluidos los efectos adversos sobre la función renal, hepática, cardiaca, pulmonar y hormonal. Además, a todos los pacientes se les realizará una prueba al inicio y al final del ensayo con el fin de determinar si el uso médico del cannabis afecta al declive cognitivo».

Aprendizaje cerebral

La cocaína se vuelve adictiva porque el cerebro aprende expectativas favorables tras el consumo, según un estudio realizado a través de un modelo computacional desarrollado en la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, y el Centro Nacional de Investigación Científica de París, y que se publica en el último número de Science. El modelo asume que la adicción a las drogas es un problema de aprendizaje que procede de una interacción entre ciertos efectos adictivos de las drogas sobre la dopamina y los propios de la dopamina en los sistemas de aprendizaje cerebrales. El cerebro es incapaz de eliminar la elevada actividad dopaminérgica producida por la cocaína y muchas otras drogas adictivas; así, cada vez que el consumidor toma la droga, el cerebro aumenta el valor estimado para esta acción. Según los científicos, si las decisiones están basadas en dichos valores, esto explicaría por qué las personas con historial de drogadicción a menudo eligen situaciones placenteras basadas en las drogas, en vez de otras.

Desde 1999, los pacientes canadienses pueden acceder al uso de cannabis con propósito médico bajo circunstancias específicas y siempre bajo las recomendaciones de las autoridades sanitarias de este país. Sin embargo, hasta ahora no se había valorado la seguridad del cannabis en un estudio de estas características. «Otros ensayos han tratado de demostrar si el cannabis alivia los síntomas dolorosos», explica Ware.

En su opinión, dichos ensayos son importantes, «pero necesitamos conocer hasta qué punto es seguro el cannabis para propósitos médicos. Así, aunque las experiencias en cuanto al uso recreativo del cannabis nos han proporcionado bastante información, es preciso que sepamos de qué forma actúa en pacientes que están siendo tratados con otros medicamentos y si algunas enfermedades, como la diabetes o la hipertensión arterial, suponen alguna complicación añadida».

El cannabis que se va a emplear en la investigación contiene casi un 12 por ciento de tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente activo de la planta.

Más datos

Según el profesor Ware, el trabajo trata de obtener mayor información de la que aportan los consumidores habituales de la droga. «Hasta ahora, miles de personas han consumido este producto, pero no hemos podido obtener información veraz sobre la forma en la que se comporta el cannabis en la vida real».